LOGO

¿Tiene sentido tener fe hoy en día?
¿Dónde encontrar las respuestas a nuestras inquietudes más profundas?
¿Cuáles son las razones para creer?

  • Home  /
  • Arte   / Cine   /
  • ¿Hacia dónde va Benedicto XVI?

¿Hacia dónde va Benedicto XVI?


EL RUMBO DEL PONTIFICADO DE BENEDICTO XVI

Al rescate de la herencia espiritual

El periodista Vittorio Messori dice que este Papa quiere reafirmar la secular continuidad histórica de la Iglesia.

Sergio Rubin. var hexa = ‘%73%72%75%62%69%6E%40%63%6C%61%72%69%6E%2E%63%6F%6D’; var desh = unescape(hexa); document.write(+ desh + ‘
‘); srubin@clarin.com

«Si tuviéramos que sintetizar en una frase cuál es la intención de este pontificado, podríamos decir que lo que Benedicto XVI quiere es superar el prejuicio, la opinión para él del todo equivocada, de que el Concilio Vaticano II fue una ruptura en la historia de la Iglesia y un volver a empezar. Que fue, incluso, el nacimiento de un cristianismo nuevo». Quién lo dice es el italiano Vittorio Messori, el periodista más destacado en temas católicos del mundo y probablemente el comunicador que mejor conoce a Joseph Ratzinger. Mucho antes de su famoso libro Cruzando el umbral de la esperanza -una larga conversación con Juan Pablo II-, Messori publicó en 1985 otro titulado Informe sobre la fe«, consistente en una entrevista a Ratzinger que para el periodista terminó siendo «el manifiesto anticipado de su pontificado en el sentido cardinal porque ahora parece ponerlo en práctica con mucha tranquilidad y decisión». Desde Milán, Messori analizó con Valores Religiosos la actuación de Benedicto XVI.

-¿Cómo evalúa este pontificado?

-Impresiona que lo que me dijo hace más de 20 años en la entrevista para el libro sea de alguna manera el manifiesto anticipado. Por eso, debo decir que no es una sorpresa lo que está haciendo. Es una obra tranquila, largamente meditada de un Papa que no es apresurado. ¿Y qué quiere hacer? Superar la opinión equivocada de que el último Concilio fue una fractura. Siempre rechazó esa lectura pese a haber sido uno de los teólogos de la llamada corriente progresista. Con su pontificado quiere demostrar que el Vaticano II no fue otra cosa que el 21 Concilio ecuménico de la Iglesia universal. Es decir, que fue una renovación de la pastoral, una profundización, si queremos, de los contenidos de la Iglesia, pero donde la fe siguió siendo la misma porque el credo no se cambió. Por consiguiente, el Concilio no fue de rupturas, sino de continuidad con la historia de la Iglesia. Este es el núcleo del programa del Papa.

-Muchos lo ven como un conservador, como un pontífice demasiado apegado a la tradición y a la ortodoxia doctrinaria?

-Siempre me opuse a esta mentalidad mezquina de querer aplicar esquemas políticos a la dimensión religiosa, que responde a categorías completamente diferentes. Estas etiquetas de conservadores y progresistas son cosas políticas menudas de los años setenta. Ni en política funcionan más, es algo del pasado. Y en la dimensión religiosa son irrelevantes y hasta nocivas. Si quisiéramos juzgar la historia de la santidad, ¿de qué fueron los grandes santos? ¿de derecha o de izquierda? Si uno quisiera juzgarlo con estos parámetros a Don Bosco, nadie entendería nada. Incluso, habría quienes lo considerarían comunista y quienes lo tomarían como conservador. En el fondo, cada hombre de Dios, sale de estas categorías. No olvidemos que si el Concilio tomó el cariz que todos conocemos se debió a personas como Ratzinger que, siendo asesor del arzobispo de Colonia, aconsejó rechazar los trabajos previos y empezar de nuevo. Ahora, es Papa y dicen que es conservador. ¡Por favor…! ¡superemos estas etiquetas!

-¿Cómo debe tomarse la revalorización del latín?

-Este planteo me parece también anacrónico. Aparte de que la recuperación del latín forma parte de su programa papal de demostrar, como dije, que el Concilio no fue una ruptura, sino una continuidad, y de que está muy bien la misa en la lengua de cada país, sería absurdo que la Iglesia rechazara o condenara una liturgia en la que se formaron todos los santos, todos los católicos a lo largo de 20 siglos. La misa en la lengua local permite a la gente que no sabe latín participar más, pero el contenido es el mismo de la misa en latín. Por consiguiente, Ratzinger dice que no fue prohibido nada y trata de dar una posibilidad. Es muy raro que quienes tuvieron como slogan en los ’60 «prohibido prohibir» hagan ruido cada vez que algo no les viene bien. Yo estudié latín, entiendo la misa en latín y hasta la disfruto. Otros que no saben latín, que son la mayoría, prefieren la lengua en su idioma. Está bien. Se trata de agregar una posibilidad en el espíritu del Vaticano II, que dice que hay que ir al encuentro de todas la personas. Cada uno puede elegir.

-¿Pero celebrar de espaldas al pueblo no es un retroceso?

-La liturgia tridentina fue modificada en las formas, pero no en la sustancia. Si hablamos de celebrar de «espaldas al pueblo» podemos caer en un slogan sin sustento. Implicaría no saber nada de simbología. En las iglesias de hoy no se sabe más cuál es la orientación obligatoria (de este a oeste) y se hacen de cualquier manera. El ábside miraba hacia el sol naciente y el portal hacia el ocaso. El sacerdote, como hombre de Dios, a la cabeza de los fieles, que estaban en la nave central, se dirigía al sol naciente, que fue siempre el símbolo de Cristo. Por tanto, era el sacerdote guiando al rebaño hacia Jesús, que aparecía en el horizonte. Si yo le doy la espaldas a alguien soy un maleducado, pero una iglesia no es una sala de estar. No veo nada escandaloso en esta simbología, que es algo muy hermoso.

-¿No debería caminarse hacia una iglesia menos reglamentarista y más comprensiva?

-La Iglesia es al mismo tiempo un misterio, es el Cristo q
ue camina por la historia, pero también es una institución humana y, como tal, tiene sus normas, un estatuto, si se me permite, como un club. ¿Qué quiere decir caminar hacia una Iglesia menos apegada a las normas y más comprensiva? Nada. Porque la caridad debe convivir siempre con la verdad. Más: la caridad sin verdad puede volverse contra el hombre. Los sacerdotes brindan ahora funerales religiosos a todos y hacen bien porque sólo Dios puede juzgar. En todo caso, se trata de la extensión de la misericordia de Dios. Acá en Italia, si se le niega a alguien un sacramento, no faltan ciertos católicos que levantan su voz para pedir una actitud comprensiva. Pero el club tiene sus normas y nadie está obligado a integrarlo.

-Se dice que Benedicto XVI congrega en el Vaticano a más fieles que Juan Pablo II…

-Para sorpresa de muchos, entre los cuales me cuento, las veces que Benedicto XVI aparece en San Pedro, en la residencia de Castelgandolfo, las multitudes lo rodean. Según la sala de prensa de la Santa Sede, la presencia de fieles en el Angelus dominical aumentó un tercio con respecto a los tiempos de Juan Pablo II. La sorpresa es comprensible porque Karol Wojtyla era muy mediático y Ratzinger una persona muy reservada. Se corría el riesgo de que, frente a un Papa en colores como Juan Pablo II, tuviéramos con Benedicto XVI un Papa en blanco y negro. Pero esto no ocurrió. No es que Ratzinger haya cambiado, se haya vuelto un demagogo o buscado ser, digamos, más showman. Continúa siendo un profesor. Pero en la gente hay un instinto, lo que en teología se llama sensum fide, que permite entender que detrás del profesor que habla de modo tranquilo hay una persona buena, culta, que dice cosas importantes y que los quiere. Que hay, en fin, un hombre de Dios. Esto confirma que Ratzinger, como Wojtyla, es un buen candidato a santo.

Written by Rafael De la Piedra