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La caída demográfica y los problemas económicos

Por: Ricardo Narvaez Tossi

Desde hace algunos años se analiza con mas insistencia las consecuencias económicas que ha traído para el mundo, en particular para los países desarrollados, la disminución de su tasa de natalidad. Cuando hace unos 60 años se introdujo con gran ímpetu los métodos anticonceptivos modernos, acompañados con pronósticos catastróficos sobre el exceso de población en el mundo a corto y mediano plazo, se generó una corriente de opinión mundial, que se mantiene muy viva aún, sobre cómo hay una directa relación entre aumento de pobreza con aumento de población.

En los años 70 y 80 de alguna forma se evidenció que al disminuir el crecimiento demográfico, trajo como consecuencia la disminución en los gastos sociales y al distribuirse la creciente riqueza entre menos personas, también trajo objetivamente una mejora en los ingresos y en la calidad de vida de millones de personas. Claro, se había redescubierto la pólvora.

Pero la población está distribuida en tres grupos: niños y jóvenes, población que trabaja o población económicamente activa (PEA), y los ancianos y jubilados. Al cambiar los porcentajes de cada grupo con el control natal, ha resultado que muchos países tienen un porcentaje de ancianos y jubilados cada vez mayor (mas aún con los grandes avances de la medicina), lo cual requiere que el pago de pensiones y otros gastos consuma una cada vez mas creciente proporción de riqueza, afectando a los ingresos y a los impuestos que se cobran a la PEA. Este tema económico es muy grave.

No hay como mantener este dinamismo. Cae también la producción al disminuir la mano de obra (lo que provoca grandes migraciones hacia los países desarrollados para ocupar los trabajos mas ínfimos, generando en Europa problemas de cambios culturales y de identidad).  Sin embargo las Naciones Unidas y enormes ONGs siguen insistiendo en que es necesario mejorar la “salud reproductiva” para mantener un desarrollo sostenible.

Un ejemplo. Se calcula que el número de hijos por mujer debe ser de 2,08 para que la población simplemente se mantenga estable. Japón ya va en 1,38 y se prevé que disminuya su población en un 30% para los próximos 50 años, y de ahí, caerá en forma absolutamente dramática. Y este el cálculo moderado: en el año 2060, los menores de edad serán 8 millones y los mayores de 65 años serán 40 millones. Y para esa fecha, habrá 1,3 trabajadores para mantener a cada jubilado (en 1960 era de 11,3 trabajadores por cada jubilado)

Otro ejemplo. Taiwan en 1951 tenía una tasa de fertilidad de 7,0. Actualmente es de 0,89 y sigue bajando, al igual que el crecimiento en su tasa de PBI.

¿Y el Perú? Estamos en una etapa de plena expansión, casi obnubilados por nuestros índices de crecimiento, pero buena parte se deben a que en estos años tenemos la mayor proporción de la PEA en nuestra historia, pero la factura del control poblacional nos la va a cobrar la economía dentro de unos 10 años.

Mientras Europa decrece lentamente, en América Latina, afirman los expertos, esta desaceleración y crisis se nos viene galopantemente, en gran parte por los programas de control natal patrocinados por las Naciones Unidas. Brasil ha bajado de 6 hijos por mujer a 1,9. Estos programas e ideologías nos alejan cada vez más del deseado “desarrollo sostenible”. Sin tocar el tema ético y moral de fondo, simplemente por lo económico, debemos reconsiderar hacia donde vamos.

Written by Rafael De la Piedra

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