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Canto gregoriano. El desquite anunciado

La congregación para el culto divino quiere guiar el renacimiento de la gran música sacra. He aquí su programa, hecho público por primera vez por uno de sus dirigentes. Pero la secretaría de Estado tiene a sus músicos, y frena

Por Sandro Magister
De: http://chiesa.espresso.repubblica.it

ROMA, 23 de mayo de 2012 – En la misa que Benedicto XVI celebrará en Milán el próximo 3 de junio ante una inmensa multitud de fieles, en ocasión del encuentro mundial de las familias, la ejecución de los cantos gregorianos será confiada al coro dirigido por el maestro Fulvio Rampi.

Se trata de uno de los coros merecidamente más afirmados en el canto gregoriano. En el estudio y en la práctica del que es el canto «príncipe» de la liturgia latina, Rampi desarrolla desde hace muchos años un papel de primer orden.

El pasado 19 de mayo, en Lecce, dio una cautivadora conferencia justamente sobre este canto, en el marco de una jornada de estudios sobre música sacra, cincuenta años después del Concilio Vaticano II y a la luz del magisterio de Benedicto XVI:

> Il canto gregoriano: un estraneo in casa sua

Es sabido que el canto gregoriano no atraviesa un feliz momento. Ha sido arrinconado en casi todas partes, no obstante el Concilio Vaticano II, en la constitución sobre la liturgia, reafirmara su primado con palabras lapidarias:

“La Iglesia reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana; en igualdad de circunstancias, por tanto, hay que darle el primer lugar en las acciones litúrgicas”.

Si el gregoriano ha sido arrinconado es a causa de un total olvido de su naturaleza. Por lo tanto su renacimiento exige, sobre todo, que sea redescubierto y comprendido.

Rampi, en su conferencia de Lecce, lo ha definido con cinco rasgos:

1. El gregoriano es el canto «proprio» de la liturgia latina. En él la Iglesia dice su pensamiento sobre la Palabra de Dios cantada.

2. El gregoriano es la expresión «sonora» de la interpretación que la Iglesia hace de la Palabra.

3. El gregoriano no es ornamento, sino que él mismo es liturgia.

4. El gregoriano es liturgia en sus tiempos y formas propias: desde el introito al gradual, y al «communio».

5. El gregoriano es un todo que escande y abraza todo el año litúrgico, inteligible sólo en su visión unitaria, como las Sagradas Escrituras. Es la forma musical de la «lectio divina» de la Iglesia.

*

En la jornada de estudios de Lecce también tomaron la palabra otras personalidades de relieve en el campo de la música litúrgica.

El cardenal Walter Brandmüller, presidente emérito del pontificio comité para las ciencias históricas, ha ilustrado «los prodromos históricos de la sensibilidad litúrgica de Joseph Ratzinger» en la Alemania del siglo XIX y, en particular, en Ratisbona.

Monseñor Valentin Miserachs Grau, presidente saliente del Pontificio Instituto de Música Sacra, ha denunciado los vacíos en la formación litúrgica y musical de los seminarios.

El maestro Simone Baiocchi, uno de los discípulos más válidos de Domenico Bartolucci, antes director de la Capilla Sixtina y actualmente cardenal, ha analizado de forma crítica las recientes variaciones en el uso de las capillas musicales y de las «scholae cantorum».

Monseñor Juan-Miguel Ferrer Grenesche, subsecretario de la congregación para el culto divino, ha hecho un amplio reconocimiento del magisterio de la Iglesia en materia de música sacra, desde el motu proprio «Tra le sollecitudini» de Pio X, de 1903, hasta hoy.

La valoración que Ferrer ha sacado de ello es que había un magisterio «claro y preciso» a este respecto que ha sido ampliamente desobedecido y contradicho. Por una culpa que también ha tenido la jerarquía de la Iglesia.

La Iglesia ha hablado – ha observado Ferrer – pero ha faltado «la voluntad concreta de aplicar la disciplina vigente entre cuantos detentaban, en materia, la responsabilidad».

Y bien, a propósito de este pecado de omisión imputable en buena parte a la congregación para el culto divino, de la cual él mismo forma parte, Ferrer ha anunciado que se está poniendo remedio a esto.

Y que se hace por impulso de un reciente motu proprio de Benedicto XVI, el «Quaerit semper» del 30 de agosto de 2011.

En la parte final de su relación, reproducida más abajo, Ferrer ha anunciado que muy pronto la congregación para el culto divino dispondrá de un edificio para las artes y la música litúrgica que aplicará finalmente, en todo el mundo, las prescripciones de la Iglesia hasta ahora desatendidas, en primer lugar el renacimiento del canto gregoriano.

Como se puede leer más abajo, Ferrer es muy detallista cuando anticipa el futuro programa de la nueva oficina.

Pero también dice que la nueva oficina, para nacer, aún espera «la confirmación de la secretaría de Estado», presidida por el cardenal Tarcisio Bertone.

Y no dice – pero se sabe – que en la curia la nueva oficina tiene otros competidores. Porque también el pontificio consejo de la cultura, presidido por el cardenal Gianfranco Ravasi, aspira a tener voz en el arte y en la música sacra.

Por ejemplo, cuando Ferrer dice que entre las tareas de la nueva oficina de su congregación estará » la organización de premios o concursos internacionales de composición», omite decir que el cardenal Ravasi ya ha organizado uno de estos concursos internacionales: para una composición que ponga música al «Credo apostólico».

La premiación tendrá lugar a final de verano en Perugia, en el marco del Festival Musical de Umbría. Y en el jurado emerge monseñor Massimo Palombella, el actual director del coro de la Capilla Sixtina, muy criticado por el bajo nivel de sus ejecuciones y exponente de una visión de la música sacra lejana, si no opuesta, a la personificada por los relatores de la jornada de estudios de Lecce.

*

Palombella, junto a monseñor Marco Frisina, director del coro de la basílica de San Juan de Letrán, y a los dos últimos titulares de la oficina para la música litúrgica de la conferencia episcopal italiana, los sacerdotes Antonio Parisi y Vincenzo De Gregorio, guía el cuarteto que aspira a conquistar también el control del Pontificio Instituto de Música Sacra.

De esta maniobra – y de la visión musical que representan los cuatro – www.chiesa ha informado en este servicio del pasado 30 de marzo:

> No sacra música, sino rumores de asalto

En esa fecha el nombramiento del nuevo presidente del PIMS parecía inminente. En cambio ahora tarda en llegar.

En la curia se enfrentan, por un lado monseñor Palombella con sus cardenales de referencia Bertone y Ravasi y, por el otro, las congregaciones para el culto divino y para la educación católica cuyo prefecto, Zenon Grocholewski, es también gran canciller del PIMS y que se ha tomado como un gran desaire el rechazo, por parte de la secretaría de Estado, de su candidato a la presidencia del instituto, el francés Stephane Quessard, elegido en continuidad con el presidente saliente Miserachs.

El cardenal Bartolucci, de 95 años, pertenece por supuesto a esta segunda corriente. Y con él, el cardenal Brandmüller, conterráneo del papa.

Es un choque que representa dos visiones antitéticas sobre el futuro de la música litúrgica.

Si quien decidiese – no sólo sobre la guía del PIMS, sino también sobre el primado en material musical de la congregación para el culto divino – fuese al final Benedicto XVI, no hay ninguna duda sobre la orientación que tendrían sus preferencias.

Los cantores gregorianos dirigidos por Rampi, que acompañarán su misa del 3 de junio en Milán, son un ejemplo preclaro de esta orientación.

__________

LAS NUEVAS TAREAS DE LA CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO
EN LA PROMOCIÓN DE LA MUSICA SACRA
DESPUÉS DEL MOTU PROPRIO «QUAERIT SEMPER» DE BENEDICTO XVI

de Juan-Miguel Ferrer Grenesche

Por todo es conocida la insistencia y la centralidad que el Santo Padre Benedicto XVI ha querido reservar durante todo su pontificado a la correcta y auténtica aplicación de las enseñanzas del Concilio Vaticano II. […]

En dicho contexto hay que entender el motu proprio «Quaerit semper», de agosto de 2011, con el cual el Santo Padre Benedicto XVI ha querido ulteriormente concentrar el trabajo de la congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos en sus competencias propiamente litúrgicas, afirmando:

«En las circunstancias actuales, ha parecido conveniente que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos se dedique principalmente a dar nuevo impulso a la promoción de la Sagrada Liturgia en la Iglesia, según la renovación querida por el Concilio Vaticano II a partir de la Constitución Sacrosanctum Concilium». […]

La primera consecuencia del motu proprio «Quaerit semper» ha sido la elaboración de un nuevo reglamento interno de la congregación, con el fin de adaptar la estructura a las prioridades indicadas por el Santo Padre, además de transferir parte de las competencias de disciplina sacramental – sobre los sacramentos de la sagrada Ordenación, es decir, los casos de nulidad de la ordenación y del matrimonio, es decir, los casos de matrimonio «rato e non consumato» – al tribunal de la Rota Romana, creando en su interior una «sección administrativa».

Nuestra congregación, nacida de la renovada fusión entre las congregaciones del culto divino (o para la liturgia) y de la disciplina de los sacramentos, estaba constituida por cuatro secciones u oficinas:
– la oficina litúrgica I;
– la oficina litúrgica II;
– la oficina matrimonial;
– la oficina sacerdotal.

Para no alterar el orgánico el nuevo reglamento, aunque subordinado a la confirmación de la secretaría de Estado, prevé el mantenimiento de cuatro secciones que, en principio, serán las siguientes:
– la oficina litúrgica I;
– la oficina litúrgica II;
– la oficina disciplinaria, en la cual se suman las competencias de disciplina litúrgica y todas las que conciernen a los sacramentales;
– la oficina para las artes y la música litúrgicas.

En todo caso, cualquiera que sea la configuración final de este departamento para las artes y la música, se prevé que en él se ocupen, con una cierta diferenciación de competencias, de temas de música y de arquitectura, pintura, escultura y de las artes denominadas menores.

A su vez, ello exigirá el nombramiento de una serie de colaboradores externos o consultores, con competencias específicas en estos sectores.

En el campo específico de la música sacra se volverán a establecer relaciones concretas a nivel institucional con el Pontificio Instituto de Música Sacra, como también con la Abadía de San Pedro de Solesmes y otras asociaciones e instituciones que trabajan en el campo de la música para la liturgia, ya sea desde el punto de vista científico o académico, o en perspectiva de la creación de nuevas músicas o de la pastoral.

A nivel de objetivos o desafíos inmediatos indico algunos que, ciertamente, resultan evidentes:

a. Actualizar y completar la serie de libros musicales para la liturgia en lengua latina, ya sea en lo que concierne a la santa misa o al oficio divino, los sacramentos y los sacramentales. Una vez alcanzada esta meta convendrá probablemente realizar una edición completa y mucho más utilizable de muchos de estos materiales, en una especie de «liber usualis».

b. Parece urgente también recopilar y precisar las distintas normas y las orientaciones del magisterio pontificio más reciente sobre música sacra, para ofrecer un texto que sirva de base para un directorio de canto y música en la celebración litúrgica, para uso de las distintas conferencias episcopales, a las cuales se confía la tarea de elaborar directorios y repertorios para las respectivas naciones.

En lo que se refiere al canto gregoriano, dicho directorio deberá superar las disputas entre los criterios puramente paleográficos y los pastorales, como también, en relación con el competente dicasterio, plantear los problemas de utilización del gregoriano según ediciones anteriores a 1962, en la denominada «forma extraordinaria» del rito romano.

c. Con la ayuda de las instituciones académicas y pastorales competentes será necesario promover, al menos en los principales o más difundidos idiomas modernos y en armonía con los criterios expuestos en un directorio apropiado, modelos de nuevas composiciones que ayuden a verificar las propuestas teóricas, distinguiéndolas a nivel local.

Queda la duda sobre cuál es la mejor estrategia para alcanzar dicho resultado. Por el momento, se queda a la espera que los nuevos organismos internos de la congregación, miembros y consultores, debatan a este respecto desde la edición de repertorios para las celebraciones internacionales a la organización de premios o concursos internacionales de composición, pasando por cursos a compositores, directores e intérpretes, y muchas otras propuestas concretas que habrá que valorar.

Recapitulando, es evidente que la congregación, para reconducir el tema de la música en las celebraciones litúrgicas y haciendo propias las enseñanzas del papa Benedicto XVI y de sus inmediatos predecesores en materia, debe garantizar:

1. la preparación de instrumentos actualizados y oficiales para poder celebrar con el canto la liturgia romana en lengua latina;

2. claridad y facilidad para la celebración del rito romano en la forma ordinaria en lengua vernácula, cantando una parte o por entero el ordinario y/o el propio de la misa u oficio divino, con melodías gregorianas o polifónicas basadas sobre el texto litúrgico en latín;

3. la existencia de algunos criterios actualizados para poder aplicar los principios de gradualidad definidos en «Musicam sacram», tanto para la celebración en lengua latina como para la celebración en lengua vernácula (directorio);

4. la existencia de un cuadro normativo cierto y apropiado con el fin de establecer oportunos repertorios nacionales destinados a asumir, cada vez más, un valor oficial, en modo tal que la utilización de otros cantos necesite una autorización «ad casum» por parte del respectivo ordinario: también esto materia del futuro directorio.

Espero con esto […] que la aplicación del motu proprio «Quaerit semper» represente para la música sacra una nueva etapa de esplendor y belleza: sin ella, la liturgia se vería privada de uno de sus elementos expresivos más elocuentes y sustanciales.

Written by Rafael De la Piedra