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Identidad católica en la educación

Por Ricardo Narvaez Tossi

Cuando hablamos de la identidad que debe tener una institución católica educativa, como una Universidad o un Instituto Superior Tecnológico, no podemos reducirla al número de alumnos y profesores católicos que se tienen o a las actividades pastorales que se realizan. Si bien ello es fundamental para la formación en valores cristianos y en una vida sacramental y de solidaridad, hay que ir a las convicciones más profundas de cada uno.

Los católicos estamos llamados a tener una presencia central en la sociedad y en la cultura, dando testimonio y proclamando la verdad cristiana en muchos ámbitos: la familia, la política, los negocios, las empresas y otros. Las instituciones católicas deben formar en una visión cristiana de la realidad, proclamar la verdad iluminada desde la fe, reflexionarla de acorde a nuestros tiempos y dar respuesta en los diversos campos del saber, distinguiendo con claridad los espacios propios de las ciencias y las tecnologías, pero iluminándolas para humanizar las culturas actuales y guiando las reflexiones e investigaciones hacia la verdad objetiva, universal y absoluta. 

Las instrucciones católicas buscan iluminar desde la fe de la Iglesia los conocimientos del hombre, creando un espacio parta encontrarse con Dios vivo en Jesucristo y su fuerza transformadora, para impulsar a sus miembros a una nueva vida marcada por lo bello, bueno y verdadero. Su identidad católica no pasa por una simple imagen o conveniencia comercial o legal, sino que debe reconocerse como parte integrante de la Iglesia y de su misión evangelizadora. En este sentido, la educación católica es fundamental para toda la sociedad, pues nutre el espíritu de cada nación en la búsqueda de la verdad y el bien.

Cuando en una Universidad o Instituto no es tangible su identidad católica, se diluye no sólo su sentido y su misión, sino que su aporte al bien común se pierde e incluso se distorsiona contribuyendo más a la cultura de muerte que a la cultura de vida, pues si no hay una sólida fe, se es parte de la crisis de la verdad y de su relativización.

El Papa Benedicto XVI le decía a los educadores norteamericanos que “el promover la intimidad personal con Jesucristo y el testimonio comunitario de su verdad, que es amor, es indispensable en las instituciones formativas católicas” La proclamación de la verdad de Jesucristo tiene como fin último fortalecer la voluntad de seguir personalmente al Señor, en particular a los jóvenes de hoy, a quienes les cuesta tanto su opción de fe. La libertad, tal como se proclama hoy, promueve el desprenderse de la verdad objetiva y de eliminar el compromiso con el bien del otro, así como no tener medios para una recta comprensión de sí mismo.

Las instituciones católicas no pueden pues reducir su identidad a una mera estadística ni a la ortodoxia de sus contenidos, sino que se respire en ellas una vida eclesial, sacramental y libre en su búsqueda de la verdad y el bien.

Continua el Papa Benedicto XVI diciendo que “la misión, primaria en la Iglesia, de evangelizar, en la que las instituciones educativas juegan un papel crucial, está en consonancia con la aspiración fundamental de la nación de desarrollar una sociedad verdaderamente digna de la dignidad de la persona humana…. Al exponer la verdad revelada, la Iglesia sirve a todos los miembros de la sociedad purificando la razón, asegurando que ésta permanezca abierta a la consideración de las verdades últimas.”

El secularismo actual equipara conocimiento a verdad; rechaza los fundamentos metafísicos de la moral y por lo tanto promueve el divorcio entre la fe y la verdad; da mayor valor a los sentimientos subjetivos que a la verdad objetiva y por lo tanto separa la verdad del bien, centrándose en la búsqueda de simples novedades. Ante ello la fe ofrece la visión del Logos, de la razón creadora de Dios, comunicando una nueva vida. Con ello ilumina a los jóvenes a no tener como criterio último de juicio el propio yo y la satisfacción de los propios deseos inmediatos. Una visión trascendente de la persona lleva a una verdad plena sobre uno mismo

Estas reflexiones se suscitan al ver como en el Perú diversas instituciones de educación superior llamadas católicas, e incluso pontificias, han perdido el norte de su identidad. Termino con una invocación del mismo Papa Benedicto XVI: “Es preciso decir que toda invocación del principio de la libertad académica para justificar posiciones que contradigan la fe y la enseñanza de la Iglesia obstaculizaría o incluso traicionaría la identidad y la misión de la Universidad, una misión que está en el corazón del munus docendi de la Iglesia y en modo alguno es autónoma o independiente de la misma.”

Written by Rafael de la Piedra