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Inquebrantable: la verdadera historia

El 2 de julio de 2014 dejaba este mundo Louis Zamperini, fallecía de neumonía en Los Ángeles, con 97 años. Dice El País que “tuvo tiempo para vivir muchas vidas”. Cuenta que en una, llamó la atención de Hitler por su desempeño como atleta; en otra, sobrevivió a mes y medio a la deriva en pleno Pacífico, pero para ir a caer en manos de un notorio verdugo nipón de la II Guerra Mundial; en la tercera, Billy Graham le ayudó a resurgir de sus cenizas y se convirtió en inspiración de una producción de Hollywood en la que han participado varios de los nombres con mayor relumbrón de la cinematografía actual.

Nacía el 26 de enero de 1917 en una familia de inmigrantes italianos en Olean, Nueva York, a los dos años se trasladaron a California. Ningún miembro de su familia hablaba inglés, con lo cual aprendió a boxear, de la mano de su padre, para defenderse de los continuos abusos de otros niños. Pronto fue tan bueno peleando que su hermano mayor tuvo que enrolarle en el equipo de atletismo del instituto para evitarle líos. En 1934 estableció el récord escolar de la milla (en 04:21.2, una marca que se mantuvo en su categoría durante 20 años) en un encuentro clasificatorio de los campeonatos de California, que ganó una semana después. Sus éxitos atléticos le ayudaron a lograr una beca en la Universidad del Sur de California y una plaza en el equipo olímpico de EE.UU. en los Juegos Olímpicos celebrados en 1936 Berlín, donde compitió en los 5.000 metros. Con 19 años, se convirtió en el olímpico estadounidense más joven de la especialidad hasta aquella fecha.

Zamperini se embarcó junto al resto del equipo olímpico americano con destino Europa para participar en los Juegos Olímpicos. Estados Unidos aún no había salido de la Gran Depresión y Louis Zamperini no podía creer que en el viaje tuviera buffet libre. De hecho, durante la travesía engordó casi 5,5 kilos, si bien durante los trials (la clasificación para los Juegos), Zamperini perdió casi siete kilos.

Participó en los Juegos y logró el octavo puesto en la prueba de los 5.000 metros. Pero su última vuelta fue la clave. Adolfo Hitler quiso conocerle en persona: “¡El chico de esa última vuelta rápida!”, contaría después Zamperini que le dijo el Führer. El líder nazi, en cambio, no causó gran impresión en el estadounidense: “Yo era políticamente muy ingenuo”, relató en una entrevista al The New York Times, “y Hitler me pareció un tipo gracioso, como algo sacado de una película de Laurel y Hardy”.

Tres años después, Louis Zamperini se enroló en el Ejército. La II Guerra Mundial había estallado y fue enviado al escenario del Pacífico, donde serviría como teniente en un bombardero de la Fuerza Aérea, un B-24 Liberator. Estando a bordo de una de esas naves, el avión sufrió un accidente, se desplomó a más de mil kilómetros al oeste de las islas Hawai, murieron ocho de los once tripulantes. Sin embargo, todos fueron dados por muertos: la familia de Zamperini recibió un telegrama de condolencia firmado por el presidente -pasaron 47 días a la deriva en una balsa-. Los tres supervivientes fueron el propio Zamperini, Russel Phillips y Francis McNamara. Los tres soldados permanecieron en los restos del avión en pleno océano, sobreviviendo gracias al agua de lluvia y a pescado crudo que lograron atrapar, además de un par de albatros que cazaron. A los 33 días, McNamara falleció y 14 días después, Phillips y Zamperini lograron llegar a una de las islas Marshall, donde fueron atrapados por los japoneses, que los enviaron a un campo de prisioneros, Ofuna.

Zaperini tuvo la mala suerte de estar a cargo de Matsuhiro Watanabe, un guardia que tenía fama de sádico. Sus torturas y malos tratos a los prisioneros le valieron el honor de que el general Douglas MacArthur le distinguiera con el número 23 en su lista de los 40 principales criminales de guerra.

Acabada la contienda, Zamperini fue liberado y regresó a Estados Unidos como un héroe. En 1946 contrajo matrimonio. Watanabe logró escapar. El exatleta sufría un fuerte estrés post traumático como consecuencia de la guerra y de las torturas recibidas. Se sumió en el alcoholismo. La religión fue un escape para sus traumas. Entró en contacto con Billy Graham, un popular predicador evangelista, que lo convenció para que enfocara su vida a contar sus experiencias. Uno de los temas que basaron sus charlas fue el perdón. En 1950, visitó el Japón de la posguerra y allí pudo conocer a algunos de sus guardias durante su cautiverio. Zamperini, cuando los vio, reaccionó abrazándolos como signo de perdón.

Escribió un libro y aún a sus 97 años seguía dando charlas motivacionales. En 1998, Zamperini fue relevista de la antorcha olímpica con motivo de los Juegos Olímpicos de Invierno en Nagano, Japón. Tuvo ocasión entonces de verse con Matsuhiro Watanabe, que desde el final de la guerra se ocultaba en su país. Aunque Zamperini intentó verse públicamente con él para ofrecerle su perdón, Watanabe no quiso participar en el encuentro. El japonés fallecería en 2003.

Al atleta nunca le faltó clase alguna de reconocimientos, pero su estatura como celebridad adquirió proporciones gigantescas cuando en 2010 Laura Hillenbrand publicó su biografía de Zamperini: Invencible: una historia de supervivencia, valor y resistencia durante la II Guerra Mundial.

 

Al atleta nunca le faltó clase alguna de reconocimientos, pero su estatura como celebridad adquirió proporciones gigantescas cuando en 2010 Laura Hillenbrand publicó su biografía de Zamperini: Invencible: una historia de supervivencia, valor y resistencia durante la II Guerra Mundial (Punto de Lectura, 2012). El libro se convirtió en un éxito de ventas instantáneo.

En el año 2011, Universal Pictures compró los derechos del libro de Zamperini. Con un guión adaptado de los hermanos Coen y con Jack O’Connell y el rockero japonés Miyavi como protagonistas. A finales de este año, en Navidades, se estrenará dicha película titulada Unbroken, y dirigida por Angelina Jolie, su tercera incursión tras las cámaras. Un film inspirado en hechos reales, en concreto en la vida de nuestro protagonista de hoy.

Written by Rafael De la Piedra