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Liberada tras 28 meses en prisión la anciana que osó rezar ante un abortorio

Linda Gibbons sufre un calvario de abuso procesal en Canadá. Mirando a España, donde el acoso a los provida se ampara desde el Estado, sobra comentar el escándalo.

REDACCIÓN HO.-  Tiene poco más de 60 años, no mide más de 1,50 metros y apenas llega a los 50 kilos de peso. Tras los largos y duros veintiocho meses de prisión ininterrumpida, la justicia canadiense ha decido liberar a Linda Gibbons, la anciana cuyo grave delito fue ser fiel a su conciencia y comprometerse con la vida y apostarse pacíficamente con una pancarta carente de ofensa ante un abortorio de Toronto para rezar por el fin de un negocio de sangre carente de escrúpulos. Más que paradójico cuando es el lobby abortista el que usa el manido y falsario cliché la cárcel a la hora de instar por la despenalización del aborto: en el caso concreto de Linda, se ve como la ‘sensibilidad’ de las ultrafeministas hacia la mujer brilla por su ausencia.

Gibbons ingresó en prisión en enero de 2009, tras ser detenida a las afueras de la ‘Clínica Scott’, empresa abortista protegida desde 1994 por una orden judicial que prohíbe la actividad provida en la zona.  También en España, como recuerda Elentir en su Blog Contando Estrelas, el lobby abortista ha reclamado esas zonas sin libertad de manifestación.  Durante estos años de cárcel, esta bisabuela ha rechazado aceptar una libertad bajo fianza condicionada a comprometerse a permanecer lejos de los abortorios. Un reclamo que han recogido el PSOE liderado por Rodríguez Zapatero: sin más, basta recordar la llamada a la intolerancia del entonces todo un consejero de Gobernación y número dos del PSOE andaluz, Luis Pizarro, ante la pacífica iniciativa convocada por DAV en Alcalá de los Gazules,en mayo de 2009.

El abogado de Gibbons, Daniel Santoro, señaló a LifeSiteNews el pasado viernes, día en el que Gibbons fue liberada, que su defendida ha quedado en libertad sin condiciones, destacó la irregularidades  cometida en el proceso, comenzando por el hecho de que se ha procesado arbitrariamente Gibbons por la vía penal, a pesar de que su detención se argumentó en que había violado una orden  de un tribunal civil.

Why, mom?Why, mom?En los últimos 15 años, Linda Gibbons ha estado en la cárcel alrededor de 75 meses, unos 7 años. Inclusive ha pasado ahí la Navidad. No, no asaltó a nadie, no golpeo tampoco a ninguno, ni mucho menos cometió o procuró un aborto. Se manifestó. Y se podría pensar que entonces lo hizo violentamente, gritando improperios, rompiendo a su paso ventanas de hogares y negocios e incendiando coches (como suele pasar en no pocas manifestaciones)… estaríamos lejos de la realidad.  Ni siquiera sus pancartas contenían elemento ofensivo alguno: un simple “¿Por qué, mamá? Si tengo mucho amor que dar…”, a modo de reflexión. Si comparamos con España, es escándalo no admite comparaciones, al recordar como actúan aquí los abanderados del aborto: basta recordar «la brutal paliza» sufrida por un voluntario de Derecho a Vivir de Ferrol, el 25 de abril de 2009.

En su largo viacrucis, la anciana ha padecido incluso los abusos policiales: en octubre de 1999, por citar un caso, la policía de Toronto usó métodos violentos para arrestarla. Y es que la abuela había osado apostarse ante un abortorio para tratar  de hacer reflexionar a las mujeres que iban a entrar. La policía también arrestó a los tres reporteros que cubrían la noticia y les confiscaron las cámaras fotográficas.Tras el arresto, Linda permaneció las primeras 26 horas sin comida, bebida o cobijo para pasar la noche. En otro momento, Gibbons fue condenada a seis meses de prisión por haberse manifestado pacíficamente. Paradójicamente, su compañera de celda había sido condenada a tres meses por una agresión con violencia, y que ciertamente no tenía que ver con la defensa de la vida.

Exceso que también han padecido los provida españoles en el estado policial de Zapatero: como nos recuerda Elentir a modo de ejemplo, en diciembre de 2008 la Delegación del Gobierno en Madrid envió a la Policía contra manifestantes provida que se concentraban pacíficamente ante el abortorio Dátor en la capital de España. La Policía actuó con violencia contra los manifestantes, deteniendo a varios de ellos. En septiembre de 2009, y tras prohibir otra concentración provida ante ese mismo negocio abortista, el gobierno envió a cuatro policías al domicilio de un médico provida -uno de los convocantes de la concentración prohibida- para amedrentarle. Estos hechos llevaron a la plataforma ciudadana HazteOir.org a denunciar que el gobierno estaba suspendiendo de facto el Artículo 21 de la Constitución (que reconoce la libertad de manifestación) para los defensores del derecho a vivir.

En la actualidad un caso de Gibbons está a la espera de ser dirimido en el Tribunal Supremo del Canadá. Sus abogados apelan al más alto tribunal de la nación a que revoque la decisión de la Corte de Apelaciones de Ontario para que se le restablezca la condena penal. La carga había sido anulada por un juez de primera instancia. sobre la base de que el asunto se atendió como acto criminal, en lugar de como un caso civil, lo que constituye un abuso procesal.

Pero la cárcel no ha sido un obstáculo para Linda Gibbons. Sale y vuelve a la lucha: “Si estuviera toda una vida en la cárcel y sólo un niño hubiera sido salvado, habría merecido la pena”, ha dicho a los guardias y compañeras que le preguntan si sirve de algo lo que hace si al final termina en prisión. De hecho, en esta última larga estancia en prisión, mantiene su compromiso y su trabajo en defensa del primer derecho humano: más de una presa ha decidido continuar su embarazo tras hablar con la abuelita Gibbons. “Un cristiano en la cárcel no es tiempo perdido”, también ha afirmado. Por fortuna, Linda Gibbons ya tiene la alegría de contar a un buen número de niños cuyas madres decidieron tenerlos después de toparse con ella. Su figura es la de una mujer que, desde su fragilidad física, es una auténtica roca en su ánimo, todo un testimonio de amor a la vida, volcado en defensa de las dos primeras víctimas del aborto, la mujer y  el no nacido, con ejemplar  perseverancia.

Written by Rafael De la Piedra