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Lloraron años por su infertilidad, fueron fieles a su fe y la naprotecnología les dio la solución

Mariano y Matilde tienen ambos 41 años y están embarazados de su primer hijo cuando ya habían perdido la esperanza de ser padres de manera natural.

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(ReL/InfoCatólica) Mariano y Matilde tienen ambos 41 años y están embarazados de su primer hijo cuando ya habían perdido la esperanza de ser padres de manera natural. Este matrimonio que vive en Madrid lleva 10 años casado y también otros muchos visitando médicos y especialistas sin que ninguno les explicara la causa de su infertilidad.

Pero además esta pareja es católica por lo que los métodos de reproducción asistida no eran moralmente aceptables para un matrimonio creyente que se ha dejado guiar por su fe a través de la Iglesia Católica. Ya de solteros ambos eran jóvenes creyentes pero hubo un momento en el que la fe se enfrió pero una peregrinación a Medjugorje hace siete años les cambió la vida, les volvió a «enchufar» al Señor y esta sed de Dios no se les ha apagado desde entonces.

Precisamente, esta fe renovada les ha ayudado en todo este proceso lleno de sufrimientos y lágrimas en los que se convirtió su infertilidad. Aun así se mantuvieron firmes en la oración y en su obediencia a la Iglesia. Y entonces ocurrió algo insospechado. Un día leyeron un reportaje publicado por Religión en Libertad sobre un método moralmente válido que trataba la infertilidad. Se llamaba naprotecnología y nunca habían oído hablar de él. Lo vieron como su última oportunidad y acudieron a estos especialistas. Ahora Matilde, a sus 41 años, está embarazada de forma natural y en pocas semanas dará a luz. Y en una entrevista en ReL cuentan ahora cómo lo han vivido:

– Todo empezó cuando leísteis un reportaje de Religión en Libertad….
– En efecto, Mati en esa búsqueda de alternativas leyó en Religión en Libertad un reportaje que hablaba de la Naprotecnología, lo hablamos y decidimos ponernos en camino. Desde el primer momento Mati tuvo claro que era el último tratamiento que haría, el desgaste era plausible.

– Vosotros sois católicos practicantes, ¿cómo habéis vivido todo este proceso de infertilidad hasta ahora?
– Hemos tenido momentos muy duros. Sabíamos que era una prueba más del Señor y teníamos claro llegar hasta el final, pero el camino no ha sido nada fácil. Hemos tenido mil tentaciones porque con la gente que hablábamos nos animaba a realizar in vitro, y además nos lo vendían como que es algo fácil, es decir, «si quieres un hijo, lo tienes», así de fácil.

Essa frivolidad con que la gente aborda el asunto nos escandaliza y pensamos que la gente toma la maternidad en algunos casos un poco a la ligera. Lo que peor llevamos es la desobediencia a la Iglesia. No voy a negar que hemos ido a clínicas in vitro a pedir información, pero ahí quedaba la cosa. Íbamos, nos informábamos y no volvíamos. Y hemos llorado. En muchas ocasiones nos costaba entender por qué el Señor no nos daba un hijo.

Familia católica

– Pero, ¿nunca tuvistéis la tentación fuerte de tener un hijo fuese como fuese?
– Como te he mencionado sí, pero pedíamos información y no volvíamos. Nos daba pánico desobedecer a la Iglesia y el método tampoco nos convencía porque nos parecía injusto esa selección que el hombre hace en un laboratorio. Luego claro, está el problema de los embriones congelados, donde debes decidir qué haces con ellos. Porqué yo voy a elegir a un embrión porque sea de mayor calidad si a lo mejor el que deshecho me va a cuidar de mayor, o tiene la solución contra el hambre en el mundo, o cura el cáncer. Se basan en la calidad genética, nada más y ese es el criterio por el que lo justifican.

– ¿Cuál ha sido vuestra experiencia con la Naprotecnología?
– Teníamos que correr porque la seguridad social no lo cubriría, éramos mayores pero nadie nos decía la causa de nuestra infertilidad. De hecho era causa desconocida y nadie supo decirnos por qué no teníamos familia. Fue un desgaste tremendo y perdimos mucho tiempo dando tumbos de aquí para allá. Si lo llegamos a saber antes nos hubiéramos ido directos a la Naprotecnología. Desde el primer día nos hablaron con cariño y franqueza: «No os vamos a asegurar que os quedéis embarazados pero sí vamos a descubrir por qué no podéis». Y Mati y yo nos miramos y dijimos, por fin un poco de sentido común, por fin alguien empieza por el paso uno, por fin, alguien apuesta por nosotros mostrando interés, por fin se hacen las cosas con profesionalidad y eso nos dio mucha seguridad. Y no teníamos fe en dar un positivo, pero nos preocupaba si había alguna manera de descubrir el motivo y además era respetuoso con la Iglesia lo cual nos animó a seguir. Tuvimos bajones, claro por que hay que ser constante, pero la monitora y la doctora nos animaban a seguir adelante. Y se pusieron manos a la obra.

– ¿Habéis visto a Dios en todo momento o han surgido dudas en vosotros?
– Hemos tenido a Dios en todo momento y a pesar de no buscar información en los lugares más adecuados, hemos tenido muy clara nuestra posición en todo momento. No te imaginas la de ocasiones en que le hemos pedido a Dios que nos lo concediera, o la de cantidad de gente que ha rezado por nosotros. Eso nos ha dado muchas fuerzas para seguir adelante con nuestro proyecto.

– ¿En algún momento el hecho de no tener hijos ha hecho resentirse vuestro matrimonio?
– Nos ha unido más. No hemos discutido, aunque si hemos llorado. Creo que nos ha hecho más fuertes y nos ha ayudado a madurar a nivel de pareja, sentimental, sexual y afectivamente. Ha habido un antes y un después, desde luego.

– ¿Creéis que es tan importante que la fecundación tenga que darse en una relación conyugal?
– Definitivamente. Porque es un producto del amor y creemos que no puede ser de otra manera. Sentimos que no somos quién para decidir sobre este asunto y que sólo Dios debe hacerlo. Una vez, cuando tienes momentos en los que te vienes abajo y hasta decides vivir la vida de otra manera, damos por hecho que solo estaríamos los dos y que no tendríamos descendencia. Asumimos esa situación y aún así, seguíamos abandonados al Señor. Hasta ese momento nos resignamos y considerábamos que si no los teníamos sería por algo. Luego pasa el tiempo y comprendes muchas cosas, como que no es el momento, o realmente no estamos preparados.

A los que critican a la Iglesia me gustaría que sintieran que la fecundación es de las cosas más especiales que tiene el ser humano por ser un producto del amor, tan especial, que no podemos manejarlo a nuestro antojo. Hay personas que no lo respetan y no somos conscientes del problema o las consecuencias que a medio y largo plazo puede generarnos como padres responsables de ese acto. Es mejor dejárselo a Dios. La Iglesia es sabia y madre y estudia muy bien la compatibilidad de los avances tecnológicos con el Evangelio y si fuera bueno, lo aprobaría, pero no lo es. Otra cosa es querer tener las cosas a nuestro antojo, a capricho, de manera fugaz. Y cuando te abandonas fielmente, aprendes cosas como que la vida no es así, que es mucho más que un capricho o lo que quiero en ese momento. O que no era el mejor momento.

– ¿Ha sabido la Iglesia ayudaros en este problema u os habéis sentido incomprendidos?
– A nivel parroquial se nos ha ayudado mucho. Nuestro párroco no ha dudado ni un momento en bendecirnos las medicinas del tratamiento, por ejemplo. Y nos daba una vergüenza tremenda, pero como la intención era buena, no puso ningún impedimento. Era una forma más de abandono al Señor, de intentarlo una vez más, pero con él. En ningún momento hemos cuestionado la opinión de la Iglesia, y la hemos respetado sin más. No nos lo hemos planteado. Además Mati se tomaba el tratamiento con otra actitud.

– ¿Falta información en la jerarquía católica sobre métodos como la naprotecnología, moralmente válida?
– Totalmente. No se conoce en absoluto y es una lástima. Si estoy realizando esta entrevista es porque estoy muy interesado en que se dé a conocer. Hemos dado testimonio en el I Encuentro de Naprotecnogía en España y el auditorio no estaba lleno. No había publicidad ni afuera en el campus donde se realizó. A la iglesia nunca se le dio bien el marketing y es una crítica constructiva. No hay folletos de información sobre lo que opina la Iglesia al respecto, aunque sea a la salida de las parroquias, o trípticos con las direcciones de los COF de cada vicaría. Nada. Creo que muchos no saben de la Naprotecnología. Y ante esta ignorancia, las clínicas in vitro se aprovechan. Además, se niega a los cónyuges una forma de vivir la sexualidad diferente, especial, comprometida en esa entrega, donde participan y se conocen más los dos, porque la Naprotecnología es como un COF en casa, doméstico.

– ¿Qué le diríais a matrimonios que han pasado por lo que vosotros?
– A los que han vivido esto les animo a que prueben la Naprotecnología porque es un sistema muy bueno donde la pareja va a crecer exponencialmente, independientemente de si dan positivo o no, porque une al remar los dos en la misma dirección. Te enseña a conocer más a tu mujer y la mujer descubre al hombre en otras vertientes. Es un sistema donde se trata a la mujer con gran delicadeza y del que el hombre es también partícipe, por eso une. Animo a que nadie pierda ni un segundo más y se pongan inmediatamente en contacto con Naprotecnología, que no tienen nada que perder, que no es muy costoso y que mucho tienen que ganar. Que ojalá lo hubiéramos conocido nosotros antes, pero nadie te dice nada.

Written by Rafael de la Piedra