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Milagro eucarístico de Legnica: para médicos, hostia y tejido humano

El milagro sucedió cuando una hostia consagrada cayó al suelo durante la distribución de la comunión en el Santuario de San Jacinto. El obispo de Legnica, en Polonia, Zbigniew Kiernikowski, proclamó oficialmente un prodigio del Santísimo Sacramento sucedido en la Iglesia de San Jacinto de esa ciudad. Él autorizó a los fieles venerar la hostia ensangrentada que, según el decreto episcopal, “tiene las características que definen un milagro eucarístico”, informó Religión en Libertad.

La ciudad de Legnica (en alemán: Liegnitz, en polaco Legnicy) queda en la región de la Baja Silésia, en el suroeste de Polonia. El milagro sucedió en la misa de Navidad de 2013, cuando una hostia consagrada cayó al suelo durante la distribución de la comunión en el Santuario de San Jacinto.

La hostia fue recogida y colocada en un recipiente con agua (vasculum) para que se disolviera, como mandan las sapienciales normas canónicas en esos casos, aunque no son muchas veces respetadas en nuestros días. Sin embargo, una vez en el agua, apareció en la hostia una mancha roja de textura singular, que hacía pensar en tejido humano.

El entonces obispo de Legnica, Stefan Cichy, instituyó una comisión para investigar lo sucedido con la sagrada forma.

En febrero de 2014, con el permiso de la diócesis, un fragmento de hostia con aspecto de tejido ensangrentado fue retirado y colocado sobre un corporal. Después fueron recogidas muestras para analizar en laboratorios de diferentes institutos forenses.

Los médicos de los departamentos de medicina legal consultados verificaron que los fragmentos recogidos contenían células del músculo estriado transversal semejantes a las del músculo cardiaco.

Según el Catholic Herald, los exámenes fueron realizados en el departamento de medicina legal, en Wroclaw (en alemán: Breslau), al inicio de 2014.

Otro estudio fue realizado posteriormente por el departamento de medicina legal de la Universidad de Medicina de Pomerania, en Szczecin (en alemán: Stettin, en español Estetino), añadió la revista británica.

Ese laboratorio concluyó que “en la imagen histopatológica, en los fragmentos (de la Hostia) fueron halladas partes fragmentadas del músculo estriado transversal. Semejante al músculo cardiaco. Los estudios también determinaron que el tejido es de origen humano, y se verificaron en él señales de agonía”.

Considerando la importancia de los pareceres médico legales, en enero de 2016 D. Kiernikowski llevó el caso al Vaticano, sometiéndolo a la consideración teológica de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Esa importante congregación vaticana se declaró favorable a la exposición de la hostia milagrosa para su veneración pública, y recomendó que se explicaran bien los hechos a los fieles. La hostia quedó expuesta en una capilla del santuario bajo la responsabilidad del párroco, Andrzej Ziombrze.

En el documento de proclamación del milagro, el obispo afirma: “Espero que esto sirva para profundizar la adoración de la Eucaristía y tenga un impacto inconfundible en la vida de las personas que se acerquen a la reliquia. Vemos eso como un ejemplo maravilloso, una expresión particular de bondad y de amor de Dios”.

El texto completo del decreto del obispo, traducido al inglés se puede leer aquí.

La esperanza del obispo es de gran importancia para nuestra época, cuando se pretende entregar la Eucaristía a pecadores públicos, olvidando que en ella están verdadera, real y substancialmente presentes el Cuerpo, la Sangre, el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

En la página de la parroquia donde ocurrió el milagro hay más fotos y explicaciones, pero sólo en lengua polaca.

Obedeciendo a las instrucciones del obispo, un libro abierto en el santuario recoge el testimonio de las gracias recibidas y “otros eventos milagrosos”. Es significativo que el milagro haya sucedido en la iglesia consagrada a San Jacinto (1185-1257), llamado el “Apóstol del Norte”. El santo fue un religioso dominico polaco del siglo XIII, gran predicador de la Eucaristía y la Adoración del Santísimo Sacramento.

En 1240, hordas de mongoles paganos invadieron el mundo eslavo en fase de conversión, devastando ciudades, campos y saqueando iglesias. Atacaron la ciudad de Kiev, hoy capital de Ucrania, donde san Jacinto rezaba frente al Santísimo Sacramento. Al darse cuenta que la ciudad iba a caer en manos de los bárbaros, él sacó del sagrario el copón que contenía las sagradas hostias con la intención de huir y así salvar las sagradas formas.

En esa hora el santo oyó una voz, procedente de una imagen de Nuestra Señora hecha en alabastro:

“Jacinto, ¿vas a huir y me dejarás sola? Llévame contigo”.
“Querida Madre, tu estatua es muy pesada, ¿cómo podría llevarte?, dijo él.
“Mi Hijo la volverá ligera, llévame”, respondió Nuestra Señora.
Y la estatua se volvió ligera como una pluma. San Jacinto puso entonces el copón con el Santísimo Sacramento y la estatua de la Virgen bajo su capa dominicana.

Acompañado por otros religiosos, logró milagrosamente cruzar el gran río Dnieper que corta la ciudad y atravesar el campamento de los bárbaros mongoles sin ser detectado. San Jacinto fundó monasterios dominicanos en Ucrania y en su Polonia natal, donde falleció en la ciudad de Cracovia.

Pero su influencia no se agotó en la época medieval.

Tres siglos después, cuando los protestantes aparecieron para negar la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía y se rebelaron furiosamente contra la devoción a Nuestra Señora, el nombre y las imágenes del religioso, cuyo proceso de canonización aún estaba en curso en Roma, se multiplicaron piadosa y asombrosamente en iconos, pinturas y esculturas. Fue entonces que los papas aprobaron la difusión de su devoción.

Fue canonizado el 17 de abril de 1594 por el Papa Clemente VIII. El Papa Inocencio XI lo nombró patrón de Lituania.

Los devotos de san Jacinto subrayan que el obispo diocesano aprobó el milagro eucarístico descrito anteriormente el 17 de abril de 2016, aniversario de la canonización del santo. Él es representado con una gran estatua de la Virgen en una mano y un bello ostensorio eucarístico en la otra, atravesando milagrosamente el río y el campamento de los bárbaros.

San Jacinto es mundialmente objeto de culto por sus milagros y por el ejemplo heroico de arriesgar su vida para no permitir que la Eucaristía fuera objeto de sacrilegio o profanación por parte de aquellos que no son dignos.

Por Ciência confirma Igreja

Written by Rafael de la Piedra