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Mons.Fernando Chomali denuncia como inaceptable la eutanasia o suicidio disfrazado de muerte digna

Argumentos jurídicos, éticos y valóricos que en su verdad orientan y desafían respecto de la dignidad humana, la vida y su momento final. El reciente testimonio de Lauren Hill muestra la asertividad y verdad que contiene la carta pastoral del obispo

http://www.portaluz.org/

Fernando Chomali Garib no es sólo un ingeniero experto en bioética, arzobispo de la arquidiócesis de Concepción (Chile), miembro de Comisiones y Centros de Estudio afines a sus conocimientos y expertise, sino una voz cuya sabiduría es siempre incidente en la sociedad local y el Magisterio de la Iglesia universal. Atento a las leyes que en su país y otros de occidente, imponen una cultura contraria a los valores de la Iglesia, a la ética y a la razón jurídica que argumenta, Chomali ha querido poner luz en estos días respecto de la eutanasia y la muerte digna.

El Magisterio de la Iglesia en su Declaración Iura et Bona, sobre la eutanasia, II. Cf. Evangelium vitae 65, señala:

“Por eutanasia se entiende una acción o una omisión que por su naturaleza, o en la intención, causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor. La eutanasia se sitúa pues en el nivel de las intenciones o de los métodos usados”.

Vale decir que refiere siempre a la intención de provocar la muerte o usar determinados métodos para provocar la muerte…, cuando la propia persona (o terceros legalmente válidos) determina que es un atentado a la propia dignidad (por el dolor físico, psíquico o moral que padece la persona) el continuar viviendo.

Muchos medios de comunicación, comentando en estos días la eutanasia (suicidio asistido para otros) ejecutada por Brittany Maynard, concluían editorialmente que toda persona tendría derechos respecto de su propia muerte y entre ellos el poder decidir cuándo morir. El New York Times le dedicó incluso un obituario de 500 palabras destacando que ella sería “el rostro visible del movimiento morir con dignidad”.

No pocos parlamentarios de algunos países occidentales a partir del caso Maynard reactivaron el debate, respecto a la posibilidad que las leyes aseguren las condiciones para que las personas puedan ejercer ese derecho y terceros puedan facilitárselo sin por ello sufrir sanción alguna.

En este contexto, la Carta Pastoral “Reflexiones en torno al final de la vida humana” (pulse para leerla completa) que ha difundido este miércoles 06 de noviembre el arzobispo chileno y experto en bioética Monseñor Fernando Chomali, zanja con argumentos jurídicos y éticos la verdad sobre el tema. Concretamente presenta razones afirmando que la opción es “Sanar, cuidar, acompañar, consolar, pero nunca eliminar” y concluye que jurídicamente suponer el derecho a la eutanasia (que otros maquillan con el nombre de muerte digna) es incompatible con la dignidad humana… “porque sería tener el derecho a ser matado, lo que contradice la Constitución que garantiza la vida”.

Aclarando lo de la “muerte digna” o “morir con dignidad”

Para algunos –precisa el documento eclesial- morir con dignidad implica el derecho a la eutanasia. “Esta manera de concebir la muerte está sustentada por el supuesto derecho que tiene la persona de disponer de su propia vida y de la muerte de modo incondicional, prescindiendo de cualquier norma moral o jurídica. El hombre se declara dueño de sí mismo, y por lo tanto, como única medida de decisión. Esta postura está impregnada del contexto cultural, y es inaceptable desde el punto de vista ético, en razón de la indisponibilidad de todos y cada uno de los seres humanos en razón de su condición de persona. Sostener lo contrario no sería otra cosa que equipararlos al rango de cosa”.

Siempre dignidad y amor, suicidio asistido no

En las propuestas el documento defiende el derecho a que un paciente pueda decidir si desea o no determinado tratamiento y se proteja su derecho a evitar una suerte de “obstinación terapéutica”. Pero también desafía a “centrar la mirada en la manera cómo la sociedad toda, y cada uno de sus miembros, se relaciona con los más débiles, con los más desamparados, con los más enfermos. Una sociedad que no es capaz de hacerse cargo de los enfermos, de dar lo mejor de sí para hacer más humana su precaria existencia, es una sociedad que ha perdido el norte, y fruto de esta desorientación es la exacerbación de la libertad individual, la falta de solidaridad hacia los enfermos, y como corolario, la incapacidad de hacerse cargo de ellos.”

Una joven cuyo testimonio corrobora los argumentos de la referida carta pastoral.

WASHINGTON D.C., 06 Nov. 14 (ACI).- “Ella está realmente muriendo con dignidad, es una testigo de la vida” comenta John Stegeman editor del periódico The Catholic Telegraph de la Arquidiócesis de Cincinnati, al referirse a Lauren Hill, una joven que debido al cáncer terminal que padece quizás no disfrute otra Navidad.

Sin embargo, enterarse que padece un cáncer terminal no amilana a Lauren Hill, una joven deportista de 18 años que cumplió su sueño de jugar un partido de básquetbol en la liga universitaria y que sigue dedicando lo que le quede de vida a recaudar fondos para hallar una cura y ayudar a otras personas que sufren la misma enfermedad.

Lauren fue diagnosticada con glioma pontino intrínseco difuso (DIPG por sus siglas en inglés), un cáncer cerebral difícil de detectar y que es incurable cuando aparece en la niñez. Los médicos no le dieron esperanzas.

Sin embargo, Lauren ama el básquetbol y uno de sus sueños era jugar en la institución deportiva universitaria de EEUU (NCAA), por lo menos una vez mientras tuviera fuerzas, representando a la Universidad Mount St. Joseph de Cincinatti, institución que abrió sus puertas en 1920 como Colegio de Mount St. Joseph y que es patrocinado por las Hermanas de la Caridad de Cincinnati. Fue la primera universidad católica para las mujeres en el suroeste de Ohio.

Así, gracias a que la NCAA decidió adelantar el inicio del campeonato, Lauren pudo ingresar al campo de la Universidad de Xavier y participar en el encuentro entre su equipo de la Universidad Mount St. Joseph de Cincinatti y el Hiram College, partidos que por lo general atraen a solo cien personas.

Sin embargo, la noche del domingo 2 de noviembre, 10.250 personas llenaron las tribunas y desde ahí ovacionaron a la joven que, debido a su frágil salud, solo pudo estar 47 segundos en todo el partido.

En los primeros 17 segundos Lauren anotó los dos primeros puntos, haciendo vibrar y ponerse de pie a las miles de personas que la aplaudieron por minuto y medio. Luego la deportista –que llevaba el número 22–, fue sustituida para que acudiera a la tribuna de comentaristas.

El juego siguió su curso y volvió a ingresar en los últimos 30 segundos para anotar nuevamente. Su equipo ganó 66 – 55. “Ha sido el mejor día de mi vida. Gracias. No sé qué más decir”, expresó la adolescente en un breve discurso.

“Es increíble que mi historia haya involucrado emotivamente a tantas personas. Antes que mi caso se hiciera conocido, no muchos sabían qué cosa era la DIPG. Ahora que lo saben, podemos buscar una cura. Yo no puedo beneficiarme, pero sí podrían ayudar a tantas otras personas enfermas como yo. Por eso su ayuda no debe finalizar con el término de este partido”, afirmó Lauren, quien promueve la recaudación de fondos para investigar este mal a través de un sitio web y su cuenta de Facebook.

 

Written by Rafael De la Piedra