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¡Muerte a los Nazarenos! Un holocausto en el siglo XXI

Por: Alfredo Garland Barrón 

De: http://cecglob.com/

Impacta una aciaga información: el 85% de los perseguidos por sus opciones y creencias religiosas son cristianos. A las cruentas experiencias de las antiguas comunidades cristianas en Irak y Siria, acosadas por milicias extremistas islámicas hasta el extremo de la violenta expulsión de sus hogares y la extinción de sus culturas, se suman las campañas de terrorismo y amenazas en las naciones africanas Sub Saharianas por grupos armados como “Boko Haram”; o la prisión y sentencia de muerte suspendida contra una joven madre cristiana sudanesa, Meriam Yahia Ibrahim Ishag, perseguida por haberse convertido al cristianismo. Recientemente Meriam fue liberada ante la incesante presión internacional, siendo recibida por el Papa Francisco. Mientras que en Pakistán la cristiana Asia Bibi continúa purgando cárcel por un pretendido cargo de “blasfemia”.

Hace unos años la activista y diputada holandesa de origen somalí, Ayaan Hirsi Ali, publicó un revelador ensayo donde afirmaba que «de un extremo a otro del mundo musulmán, los cristianos están siendo asesinados por su fe». Hirsi Ali, quien se declara “no creyente”, manifestaba que «una guerra está ocurriendo, una batalla silenciosa que cuesta miles de vidas. Los cristianos están siendo asesinados en el mundo islámico por su religión»1.

Hirsi Ali manifestaba que la “Islamofobia” presente en algunos países europeos “palidecía” en comparación con la sangrienta “Cristofobia” que se extiende en los países de mayoría musulmana. «La conspiración de silencio que rodea a esta expresión violenta de la intolerancia religiosa tiene que acabar», reclamaba la activista holandesa. «Nada menos que el destino del cristianismo –y en última instancia de todas las minorías religiosas en el mundo islámico– está en juego».

El recuento de abusos y sangrientas persecuciones es diverso y dramático. Un caso paradigmático es la aludida Asia Bibi, cuya vida pende de la decisión de un tribunal pakistaní. Esta sencilla campesina católica fue encarcelada y sentenciada a muerte por un cargo de “blasfemia”, cuando se negó a abandonar su fe cristiana. La periodista francesa Isabelle Bellel ha recogido la experiencia de Asia Bibi en un conmovedor libro: “¡Sacadme de aquí!”.

En la misma nación cayó abatido el Ministro de Minorías, Shahbaz Bhatti. El político católico fue asesinado por un grupo de talibanes, quienes lo acusaban de “blasfemo”. Su única culpa: promover leyes para proteger “a los necesitados, a los pobres, a los cristianos perseguidos de Pakistán”. En su testamento Bhatti manifestó querer “servir a Jesús”.

Pero es en Irak y Siria donde esta persecución alcanza dimensiones nefastas. En aquellas naciones, que durante casi dos milenios acogieron una vibrante civilización cristiana, los fieles a la fe de Jesucristo se encuentran asediados y amenazados por milicias extremistas islámicas, particularmente la organización denominada “ISIS”, cuyo objetivo es instaurar un “Califato” en Siria e Irak, hasta abarcar otras naciones del Extremo Oriente.

“ISIS” constituye una organización terrorista, denunciada como tal por las Naciones Unidas, que surgió como un grupo dependiente de Al Queda en Irak. Sus siglas provienen de un presunto “Estado Islámico de Irak y el Levante”, que pretende ensancharse desde las costas mediterráneas, llegando hasta el extremo de la Península Arábiga.

“ISIS” propiamente surgió en la violencia de los combates en Siria contra el régimen de presidente Bashar Al-Asad, perteneciente a la minoría islámica de los alawitas. En un primer momento “ISIS” formaba parte de la organización terrorista “Al Queda”. Sus militantes ganaron notoriedad por su crueldad, dirigida contra minorías como los cristianos, y la destrucción de monumentos históricos, como las invalorables esculturas de Tell Ajaja, pertenecientes a la cultura asiria, que habitó en la nación mediterránea hace tres mil años.

Esta enajenación responde a que “ISIS” asume una interpretación extremista de la fe islámica y la Ley Sharia, manteniendo un historial de violencia brutal, dirigido contra los musulmanes chiítas y cristianos en particular2.

Sorprende que al ejercer esta interpretación violentista del Corán, los militantes de “ISIS” están contraviniendo el libro sagrado de los musulmanes, particularmente en lo que concierne a la tolerancia religiosa. Para el Corán, la religión revelada es sagrada debiendo ser abordado con respeto. Tanto el judaísmo y el cristianismo, por ejemplo, son respetadas como “religiones del libro” junto al Islam. El Corán insta a los musulmanes a honrar a todas las personas, particularmente cuando ellas también muestren respeto. El Corán también rechaza firmemente la idea de obligar a adoptar el Islam, o de actuar hostilmente hacia las comunidades no musulmanas con las que los musulmanes mantenían relaciones pacíficas.

Sin embargo aquellas enseñanzas no fueron óbice para que los extremistas musulmanes de “ISIS” en Siria impusiesen la ley islámica a rajatabla, desplazando a minorías como las cristianas de ciudades que habían ocupado por casi dos milenios, como Hama, la antigua Epifania; Ar-Raqqa, que los historiadores del monacato recuerdan como Kallinikos, un remanso de aprendizaje y de piedad del siglo VI; y Latakia, la tradicional Laodicea.

Una vez fortalecidos en Siria, los militantes de “ISIS” aprovecharon el descontento de las minorías sunitas contra el gobierno de Bagdad, dominado por los chiitas, para invadir el norte de Irak. En una acción turbadora, el actual líder de “ISIS”, llamado Abu Bakr al-Siddiq, se proclamó el “Califa” de un nuevo estado islámico para el Levante.

La estudiosa Asma Afsaruddin observa que aunque se haya investido como “Líder de los Creyentes” en una mezquita en Mosul, pronunciando un discurso donde decía descender de la tribu natal del Profeta Mahoma, los Quraysh de La Meca, el mundo islámico no le ha elegido como “Califa”. Más bien constituye «un personaje carente de piedad que combatirá a todos los que se interpongan en su camino, sin dar cuartel a sus enemigos, todo en nombre de la Yihad (presunta “guerra santa”)». Para Afsaruddin, Profesora de Estudios Islámicos en la Universidad de Indiana, en Bloomington, el autoproclamado “Califa” es un “mero rey mundano, que simplemente apetece poder político para gobernar tiránicamente a sus súbditos. Un usurpador ilegítimo que desea imponerse sin el consentimiento de su pueblo”3. De allí que haya desencadenado tácticas violentistas y crueles en extremo, particularmente contra las minorías presentes en los territorios conquistados por “ISIS” en Irak y Siria.

Abu Bakr al-Siddiq lanzó un ultimátum a los cristianos iraquíes que viven en la región de Mosul: éstos debían convertirse al Islam; o bien pagar una multa para mantener su fe; o afrontar “la muerte por la espada”. A otros miembros de las iglesias cristianas se les anunció simplemente: “Abandonen todo, su dinero, oro, joyas y salgan de sus casas; dejen la ciudad inmediatamente”, precipitando un éxodo que está extinguiendo la bimilenaria cultura cristiana en la planicie de Nínive, y particularmente en la capital provincial, Mosul.

El sociólogo e historiador Phillip Jenkins explicaba las implicancias espirituales y culturales de este atropello: «Como si se obligase a los fieles cristianos a abandonar de un día para otro preciados santuarios como Asís o Santiago de Compostela»4. La primera comunidad cristiana se asentó en la antigua Nínive, la actual Mosul, en el siglo II, donde ya existía un venerado santuario que conmemoraba al Profeta Jonás, recientemente demolido por los militantes de “ISIS”.

La antigua capital de los asirios, la legendaria Nínive, fue un centro neurálgico para la Iglesia de Oriente, albergando la sede metropolitana de la confesión nestoriana, cuyos misioneros alcanzaron regiones tan remotas como las fronteras de China. También estaban presentes los Monofisitas y la Iglesia Ortodoxa Siria. Estas Iglesias mantenían vigente el idioma arameo o siríaco, una lengua cercana a la de los Apóstoles. Mosul constituyó el núcleo de una vasta comunidad monástica, como San Elías y San Mateo (Mar Mattai), que datan del siglo IV. En su apogeo, Mar Mattai fue una de las más grandes comunidades religiosas del mundo cristiano, residiendo allí miles de monjes. Pero el grupo más numeroso está compuesto por los católicos de rito caldeo.

Toda esta tradición se está extinguiendo. El Patriarca Católico de Babilonia de los Caldeos, S.B. Luis Raphael I Sako, ha descrito los suplicios de los cristianos en las últimas semanas: «Ha habido raptos de mujeres cristianas, así como peticiones de pagar impuestos. En particular, estos fanáticos piden dinero a los cristianos para dejarles volver a sus casas. Pero los cristianos no se fían. Esta gente cambia continuamente de idea: no se puede confiar en ellos». El prelado añadía: «Me llora el corazón al recordar estos relatos tan tristes y marcados sólo por el miedo y el temor a ser maltratados, golpeados, asesinados. No les queda nada, ni una casa, ni recursos económicos tras años de sacrificios»5.

La Santa Sede ha asumido un rol fundamental en el esfuerzo por auxiliar a las comunidades perseguidas, sea cual sea su afiliación religiosa. El Patriarca Sako está viabilizando la cooperación del gobierno de Bagdad para evacuar a los refugiados. El Santo Padre envió a la capital iraquí al Cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, con la misión de demostrar «la cercanía del Papa Francisco a todas las poblaciones que sufren, y en particular a los cristianos».

Mientras que el vocero de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, declaró que «en nombre del Papa se ha pedido a todos los nuncios que se comuniquen con los gobiernos y líderes religiosos para que ejerzan su influencia frente a los gobiernos para que cesen estos crímenes, para castigar a los que los cometen, y para restablecer un estado de derecho en todo el territorio, garantizando al mismo tiempo el regreso de las personas expulsadas de sus casas». El P. Lombardi también anunció que se estaba estudiando «que los nuncios se reúnan en Roma con el Santo Padre, para revisar la situación, intercambiar ideas y posibles iniciativas».

El Papa Francisco envió un mensaje personal: “Pido a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a unirse a mí en oración por los cristianos iraquíes y todas las poblaciones vulnerables”. Mientras que durante el Ángelus dominical añadió: “Nos dejan con incredulidad y consternación las noticias procedentes de Irak: Miles de personas, entre ellos muchos cristianos, expulsados de sus hogares de una manera brutal; niños muertos de sed y de hambre durante la fuga; mujeres secuestradas; violencia de cualquier tipo; destrucción de los patrimonios religiosos, históricos y culturales. Todo esto ofende gravemente a Dios y la humanidad ¡No se lleva el odio en nombre de Dios! ¡No se hace la guerra en nombre de Dios!”6.

Alfredo Garland Barrón

Alfredo luego de seguir estudios de Filosofía y Derecho, se ha dedicado al periodismo. Ha publicado numerosos artículos en revistas latinoamericanas, y también cuenta con varios libros publicados. Sus investigaciones están focalizadas a temas sobre la cultura en general, la filosofía, la vida eclesial, y diversos temas existenciales y de actualidad que buscan responder a las preguntas fundamentales de los hombres de hoy.

Notas:
1. Newsweek, 6/2/2012
2. Ver Maria Abi-Habib, Iraq’s Christian Minority Feels Militant Threat, Wall Street Journal, 26/6/2014
3. Ver Religión y Ética, 16/7/2014
4. Ver Philip Jenkins, The Last Days of Christianity in Mosul, Religion and Ethics, 9/8/2014.
5. Entrevista a Gelsomino Del Guercio, Aleteia, 11/8/2014
6. Ángelus, 10/8/2014

Written by Rafael de la Piedra