LOGO

¿Tiene sentido tener fe hoy en día?
¿Dónde encontrar las respuestas a nuestras inquietudes más profundas?
¿Cuáles son las razones para creer?

No se cansa de amar. A ninguno. Nos ama a todos nosotros cq5dam.web.800.800 Full view

No se cansa de amar. A ninguno. Nos ama a todos nosotros

Jesús dio la vida por cada hombre: «por ti, por ti, por mí, por él, por cada uno, con nombre y apellido», explicó el Papa Francisco a los detenidos de la cárcel romana de Rebibbia, donde celebró la misa «in coena Domini» el 2 de abril por la tarde, Jueves santo. El amor de Dios —recordó antes del rito del lavatorio de los pies con seis reclusos y seis reclusas (entre los cuales una mujer nigeriana con su niño)— es «personal» y «nunca defrauda, porque Él no se cansa de amar, como no se cansa de perdonar, no se cansa de abrazarnos». Jesús, dijo de nuevo, «nos amó, a cada uno de nosotros, hasta el final».

En esta clave el Pontífice leyó el gesto realizado por el Señor con los apóstoles. «Yo lavaré hoy los pies de doce de vosotros —dijo— pero en estos hermanos y hermanas estáis todos vosotros. Todos los que viven aquí. Vosotros los representáis a ellos». Y añadió: «También yo necesito ser lavado por el Señor, y por eso rezad durante esta misa para que el Señor lave también mis suciedades, para que yo llegue a ser un mejor siervo vuestro, un mejor siervo al servicio de la gente, como lo fue Jesús».

Texto completo de la homilí­a del Papa en la misa ‘in Coena Domini’

Publicamos a continuación la homilía del Santo Padre en la misa ‘in Coena Domini’ en la iglesia junto a la cárcel de Rebibbia.

Este Jueves, Jesús estaba a la mesa con los discípulos celebrando la fiesta de la Pascua. El pasaje del Evangelio que hemos escuchado dice una frase que es precisamente el centro de lo que Jesús ha hecho por todos nosotros. “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, les amó hasta el extremo”. Jesús nos amó. Jesús nos ama. Pero sin límites, siempre, hasta el final. El amor de Jesús por nosotros no tiene límites. Siempre más, siempre más. No se cansa de amar. A ninguno. Nos ama a todos nosotros. Hasta el punto de dar la vida por nosotros. Sí, dar la vida por nosotros, dar la vida por todos nosotros, dar la vida por cada uno de nosotros. Y cada uno de nosotros puede decir ‘da la vida por mí, cada uno.

Ha dado la vida por tí, por tí, por tí, por vosotros, por mí… Por cada uno, con nombre y apellido. Su amor es así, personal. El amor de Jesús no decepciona nunca por Él no se cansa de amar como no se cansa de perdonar, no se cansa de abrazarnos. Esta es la primera cosa que quería deciros, Jesús nos amó a cada uno de nosotros hasta el final.

Y después hace esto que los discípulos no entendían. Lavar los pies. En aquel tiempo era habitual esto porque la gente cuando llegaba a una casa tenía los pies sucios del polvo del camino. No había ‘sanpietrini’ en aquella época, el polvo del camino. Y a la entrada de la casa, se lavaban los pies. Pero esto no lo hacía el dueño de la casa, lo hacían los esclavos. Era trabajo de esclavos. Y Jesús lava como esclavo nuestros pies, los pies de los discípulos. Por eso dice a Pedro ‘esto que hago yo, tú ahora no lo entendéis’. ‘Lo entenderás después’. Jesús, es tanto el amor, que se ha hecho esclavo para servirnos, para sanarnos, para limpiarnos. Y hoy, en esta misa, la Iglesia quiere que el sacerdote lave los pies a doce personas, en memoria de los doce apóstoles.

Pero en nuestro corazón debemos tener la certeza, debemos estar seguros que el Señor cuando nos lava los pies, nos lava todo, nos purifica, nos hace sentir otra vez su amor. En la Biblia hay una frase del profeta Isaías muy bonita, ‘¿pero puede una madre olvidarse de su hijo? Si una madre se olvidara de su hijo, yo nunca me olvidaré de ti’. Así es el amor de Dios por nosotros.

Yo lavaré hoy los pies de doce de vosotros. Pero, en estos hermanos y hermanas, estáis todos vosotros, todos, todos, todos los que viven aquí. Vosotros les representáis. Pero yo también necesito ser lavado por el Señor. Por esto, rezad durante esta misa, para que el Señor también lave mis suciedades, para que yo me convierta en más esclavo vuestro, más esclavo en el servicio de la gente, como ha sido Jesús.

Ahora comenzaremos esta parte de la ceremonia.

Texto transcrito por ZENIT

Written by Rafael De la Piedra