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REFLEXIONES DE UN JOVEN SACERDOTE

Les comparto un breve escrito personal acerca de los sacerdotes. El domingo que ha pasado hemos recordado a Jesús como el Buen Pastor  y creo que tenemos la bendición de tener entre nosotros «otros Cristos» que  nos traen el Pan Bendito y el Perdón Celestial. Debemos entonces, estremecernos.  

Como dice un escrito argentino: «Cuando se piensa que ni la Santísima Virgen puede hacer lo que un sacerdote. Cuando se piensa que ni los ángeles ni los arcángeles, ni Miguel ni Gabriel ni Rafael, ni príncipe alguno de aquellos que vencieron a Lucifer pueden hacer lo que un sacerdote. Cuando se piensa que Nuestro Señor Jesucristo en la última Cena realizó un milagro más grande que la creación del Universo con todos sus esplendores y fue el convertir el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre para alimentar al mundo, y que este portento, ante el cual se arrodillan los ángeles y los hombres, puede repetirlo cada día un sacerdote. Cuando se piensa en el otro milagro que solamente un sacerdote puede realizar: perdonar los pecados y que lo que él ata en el fondo de su humilde confesionario, Dios obligado por su propia palabra, lo ata en el cielo, y lo que él desata, en el mismo instante lo desata Dios».

REFLEXIONES DE UN JOVEN SACERDOTE 

“El poder divino se manifiesta a través de las manos del humilde sacerdote.
El debe de ser siervo de todos a semejanza del Señor Jesús.
El sacerdote debe de entregarse sin limites y sin mezquindades…”

Termino de leer estas líneas y medito en el silencio de la noche.
Todo lo que tengo lo quiero entregar a los demás en
retribución al amor que tuvo el Señor conmigo al bendecirme con este ministerio.

¿Cómo vanagloriarme con algo que no es mío?
Seria vivir en un permanente engaño,
creyendo aquello que en verdad no lo es.
Nada de lo que tengo es mío.

Todo es don, todo es dádiva del Divino Maestro.
Por ello debo de cuidarlo, protegerlo y hacerlo germinar,
ya que después tendré que prestar cuentas por todo ello.

Si todo lo que poseo en verdad no es mío…
¡soy un hombre plenamente libre!

Y de verdad soy libre para amar a mis hermanos.
Soy libre para servir a todos los necesitados.
Soy libre para ser ese puente que el Pastor utiliza para acercarse al rebaño.

Mi vida tiene un sentido profundamente servicial.
Ser sacerdote no es sino la manera de vivir mi amor a Dios y a mis hermanos,
a semejanza de la tierna Madre que siempre nos cuida y nos protege…

Rafael de la Piedra.

Written by Rafael De la Piedra