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Sucedió en California: con la defunción ya firmada, despierta para confesarse pastor Full view

Sucedió en California: con la defunción ya firmada, despierta para confesarse

La película «Prefiero el Paraíso» hace mención de cómo un muerto resucitó para confesarse con San Felipe Neri. Parece una tradición popular piadosa, pero el caso del padre John Higgins en un moderno hospital hace pocos días muestra que es perfectamente posible que se diera algo así.

El padre John Higgins, párroco de Saint Raymond en California, es también capellán de los bomberos de la zona y de uno de los hospitales. Ha visto bastantes muertos y tiene siempre preparado su kit de emergencias. Pero hace unos días le pasó algo propio de San Felipe Neri, el protagonista de la película «Prefiero el Paraiso» que se ve estos días en los cines españoles: un muerto despertó para confesarse con él.

Lo cuenta el mismo padre Higgins en su blog en inglés.

«Tuve que conducir cerca de 16 kilómetros hasta el hospital donde había una llamada de emergencia. Conduje velozmente, pensando que la enfermera a cargo de la sala de emergencia, Anne, estaría esperándome. La conocía a ella y a su esposo de la parroquia. Cuando llegué pude ver a los paramédicos a los pies de la única camilla ocupada, así que me apuré y entré.

-Lo siento, padre John, llegó demasiado tarde. Se ha ido -dijo Anna, sonriendo.

Ella sentía mucha compasión, pero también entendía que yo había venido tan pronto como pude. Estaban quitando los cables de un anciano. Noté que usaba un escapulario pardo, uno de los antiguos, de tela. Me acerqué y dije:

-Usa un escapulario antiguo

Cuando lo toqué hubo un bip en el monitor, y luego otro. La enfermera, Anne, dijo:

-¿Qué ha hecho?

-¡Nada! -le dije.

Ella y otra enfermera saltaron a trabajar nuevamente, reconectando cables y pidiendo ayuda. Los paramédicos se levantaron totalmente sorprendidos. El paciente abrió sus ojos y dijo (con acento irlandés)

-Ah, bien, padre; le estaba esperando, quiero confesarme.

Casi me caí. Yo no había hecho nada más que ver y tocar su escapulario. Lo siguiente que supe es que estaban trabajando sobre él. No pudo confesarse, pero le di una absolución de emergencia mientras ellos trabajaban. Uno de los paramédicos me preguntó si yo estaba bien y me sentó en una silla.

Un par de semanas más tarde, el hombre vino a verme para confesarse, y me dijo que el doctor no podía entender qué ocurrió y tuvo que romper el Certificado de Defunción, que ya había empezado a llenar.

Los paramédicos habían venido a verlo en el hospital y le mostraron sus notas. Al final de la página habían escrito la hora y lugar de su muerte, y luego en grandes letras negras agregaron «Devuelto a la vida por Dios».»

El padre Higgins añade su conclusión: «Los milagros todavía ocurren. Y, no, yo no lo hice. Sólo sucede de acuerdo a la voluntad de Dios. ¿Por qué Él interviene en unos casos y no en otros? Realmente no lo sé. Todavía no lo entiendo. Pero sí sé que Dios ha hecho milagros en mi vida, y no es el más importante para mí el que hizo por alguien más, sino que el que ha hecho una y otra vez de traerte de vuelta desde el pecado y la muerte, a través del sacramento de Su alianza.»

El caso de San Felipe Neri

En la vida de los santos hay cierta tradición de que algunos hombres vuelvan a la vida para confesarse, pero no es cosa común ni siquiera en las tradiciones populares. La Iglesia siempre ha insistido en lo contrario: confiésate mientras puedas, no te sorprenda la muerte.

El caso de San Felipe Neri es el más famoso. Se dice que resucitó al joven príncipe italiano Paulo Máximo para que confesase un pecado, y terminada la confesión, el chico murió en paz. En la película italiana de 1983 de dos horas y media sobre la vida del santo titulada «State Buoni, se potete» (que ha envejecido muy bien, y también su famosa canción «Vanità de vanità», fácil de hayar traducida o subtitulada en internet) el chico es efectivamente un noble.

En la nueva película de la Lux Vide que podemos ver estos días en los cines españoles con la historia de San Felipe Neri, «Prefiero el Paraíso», el hombre que resucita para confesarse es un sacerdote compañero del santo. «Prefiero el Paraíso» es emocionante aunque no sea muy fiel a los detalles históricos: gustará a todos los que disfruten de películas con niños, de historias de maestros que trabajan con pandilleros o chicos de mal vivir y a los que les guste el vestuario barroco tipo «Águila Roja». En Italia la han visto 6 millones de personas en su versión televisiva, más larga (el trailer en español en YouTube, aquí). Felipe Neri murió en 1595 rechazando todo tipo de honores. Fue canonizado en 1622.

Un caso mexicano

En México hay tradición con el caso del sacerdote Alfredo Montes Pacheco, de la parroquia de Santa María del Marquesado de la ciudad de Oaxaca de Juárez, Oaxaca. El 9 de febrero de 1928 habría confesado a un hombre que en realidad había muerto mucho antes, pero estaba a la espera de confesión.

Esta idea tiene una gran fuerza literaria. La usa también el escritor católico de literatura fantástica Tim Powers, autor de «En costas extrañas», en su cuento en inglés «That Good Night».

San Vicente Ferrer, después de muerto
En la Edad Media, es decir, antes de darse el caso de San Felipe Neri, se dice que unas mujeres fueron a llorar a la tumba del valenciano San Vicente Ferrer (santo milagroso donde los haya), pidiéndole que resucitase a Juan Suaré, montero del Duque de Bretaña, no porque hubiese sido bueno, sino más bien por ser persona de vida pecaminosa que no tuvo tiempo de confesarse. El santo hizo el milagro, y Juan Suaré, al resucitar, contó como había visto al fraile dominico en la puerta del infierno y le había protegido de los demonios.

Hospitales del siglo XXI

Pero el caso del padre John Higgins en un hospital norteamericano en pleno año 2012 tiene quizá más puntos en común con un caso aceptado oficialmente por la Iglesia: el de una empresaria filipina milagrada en un hospital de Cebú en 2003 por intercesión del beato Pedro Calungsod.

El vicepostulador de la causa, Ildebrando Leyson, asegura que la mujer, una empresaria que ni siquiera había oído hablar nunca del beato Calungsod, sufría un «coma de grado 3 en la escala Glasgow». El grado tres es el peor, el más bajo (no hay Glasgow 2 ni 1 ni 0), es el que se da cuando, tras un traumatismo cerebral, no se responde ni a estímulos auditivos, ni al dolor, ni a la luz en los ojos. La empresaria llevaba dos horas en este estado (que si no es la muerte es su antesala) a causa de un infarto de corazón. Hoy está sana, alegre, trabaja en la ciudad de Leyte y piensa acudir a la canonización, según adelantó en el Cebu Daily News el cardenal y arzobispo emérito Ricardo Vidal, gran promotor del beato.

Written by Rafael De la Piedra