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«Te encomiendo, María, a Roma, a la Iglesia y a toda la humanidad»

El Pontífice en visita a la Virgen de la Inmaculada en la Plaza de España de Roma: «Tú eres la Toda Hermosa»

GIACOMO GALEAZZI
Ciudad DEL VATICANO

Basta de indiferencia ante el grito de los pobres y ante sus sufrimientos. Francisco compuso una oración para el acto de veneración a la Inmaculada. Un enfermo le dio una rosa blanca. «Haz que no perdamos el significado de nuestro camino terreno: que la luz gentil de la fe ilumine nuestros días, que la fuerza consoladora de la esperanza oriente nuestros pasos, que el calor contagioso del amor anime nuestros corazones, que los ojos de todos nosotros permanezcan fijos allá, en Dios, en donde está la verdadera alegría». «Que el grito de los pobres no nos deje nunca indiferentes. Que la soledad de los ancianos y la fragilidad de los niños nos conmuevan. Que cada vida humana sea amada y venerada por nosotros».

Papa Francisco rezó en voz alta al pie de la estatua de la Virgen en la Plaza de España. «Tú eres la Toda Hermosa, ¡Oh María! En ti está el gozo pleno de la vida bienaventurada con Dios Haz que no perdamos el sentido de nuestro camino terrenal:la suave luz de la fe ilumine nuestros días, la fuerza consoladora de la esperanza dirija nuestros pasos,el calor contagioso del amor anime nuestro corazón».  Que esta divina belleza, invocó Francisco, nos salve, a esta ciudad y al mundo entero. Detrás del Papa, mientras rezaba en voz alta, estaban el sustituto de la Secretaría de Estado, Giovanni Angelo Becciu, el asesor Peter Brian Wells, el prefecto de la Casa Pontificia Georg Gaenswein, el alcalde de Roma Ignazio Marino y el cardenal vicario Agostino Vallini. «Es una cita tradicional –explicó a los periodistas el purpurado–, pero también es algo más, es un acto de fe que Francisco siente muy fuerte. Vemos a mucha gente que reza con el Papa, recemos con él en estos momentos difíciles». El grito de los pobres, el sufrimiento de los enfermos y la soledad de los ancianos y de los más frágiles no nos deben dejar indiferentes ni nos deben sorprender distraídos.

Entre las autoridades que asistieron también estaban presentes el presidente de la región Lazio, Nicola Zingaretti, el embajador de España ante la Santa Sede y diferentes personalidades. Pero el Papa quiso dedicar mucho más tiempo y atención a los 150 enfermos que asistieron gracias a la Unitalsi. Francisco quiso saludarlos a todos. Y así, en la Plaza de España se repitió la conmovedora escena de cada miércoles en la Plaza San Pedro, con las lágrimas de los padres de los chicos enfermos, de los familiares de los ancianos que piden ayuda para levantarse y abrazar al Papa.

Antes de volverse a subir al coche, Francisco saludó a dos cardenales, al prefecto de Propaganda Fide, Fernando Filoni, y al prefecto del Culto Divino, Antonio Cañizares, que tal vez volverá a España como arzobispo de Mardid. Filoni habló un poco con el Papa. Cañizares lo abrazó. Y también, poco antes de dirigirse hacia Santa María Mayor, Francisco tambi’en regaló un abrazo al alcalde romano Marino.

Una multitud de fieles recibió con un aplauso a Francisco a su llegada a la Basílica de Santa María Mayor. «El Papa vino con los romanos de la Virgen –afrimó el cardenal vicario Agostino Vallini. Esta visita es un acto de fe que siente mucho. Recemos por Italia en un momento no tan fácil». En la célebre capilla Paulina que se abre en la Basílica, se encuentra un ícono sacro muy querido por Francisco y por los romanos, la Salus Populi Romani, a la que Bergoglio ha ofrecido su sincero homenaje en diferentes ocasiones en lo que va de su pontificado.

Ésta ha sido la oración del Santo Padre a la “Tota pulchra”:

Virgen Santa e Inmaculada,
a Ti, que eres el honor de nuestro pueblo
y la guardiana atenta que cuida de nuestra ciudad,
nos dirigimos con confianza y amor.

¡Tú eres la Toda Hermosa, oh María !
El pecado no está en Ti.

Suscita en todos nosotros un renovado deseo de santidad:
en nuestra palabra brille el esplendor de la verdad,
en nuestras obras resuene el canto de la caridad,
en nuestro cuerpo y en nuestro corazón habiten la pureza y la castidad,
en nuestra vida se haga presente toda la belleza del Evangelio.

Tú eres la Toda Hermosa, oh María !
La Palabra de Dios se hizo carne en Ti.

Ayúdanos a mantenernos en la escucha atenta de la voz del Señor:
el grito de los pobres nunca nos deje indiferentes,
el sufrimiento de los enfermos y los necesitados no nos encuentre distraídos,
la soledad de los ancianos y la fragilidad de los niños nos conmuevan,
toda vida humana sea siempre amada y venerada por todos nosotros.

Tú eres la Toda Hermosa, ¡Oh María!
En ti está el gozo pleno de la vida bienaventurada con Dios

Haz que no perdamos el sentido de nuestro camino terrenal:
la suave luz de la fe ilumine nuestros días,
la fuerza consoladora de la esperanza dirija nuestros pasos,
el calor contagioso del amor anime nuestro corazón,
los ojos de todos nosotros permanezcan fijos, allí, en Dios, donde está la verdadera alegría.

¡Tú eres la Toda Hermosa, oh María!
Escucha nuestra oración, atiende nuestra súplica:
se Tú en nosotros la belleza del amor misericordioso de Dios en Jesús,
que esta belleza divina nos salve a nosotros, a nuestra ciudad, al mundo entero.

Amén.

Written by Rafael De la Piedra