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¿Tiene sentido tener fe hoy en día?
¿Dónde encontrar las respuestas a nuestras inquietudes más profundas?
¿Cuáles son las razones para creer?

Un Dr. Joseph Mengele de nuestro tiempo Warren Hern - Dr. Warren Hern talks about the shooting death of his friend Dr. George Tiller during an interview at his clinic in Boulder, Colo., on Monday, June 1, 2009. Hern also mentioned security measures necessary for him to practice. Such as U.S. Marshalls for guards and the bullet proof glass used in the office windows. (AP Photo/Ed Andrieski) Full view

Un Dr. Joseph Mengele de nuestro tiempo

El abortista Warren Hern es famoso en Estados Unidos por abortar en cualquier etapa del embarazo. El abortorio que dirige en Colorado es el principal competidor del gigante abortista Planned Parenthood porque es capaz de abortar desde las primeras semanas de embarazo hasta el mismo día en el que nace el bebé.

(Actuall) Incluso en el encabezado de su página web se jacta de ello: «La próxima vez que un abortista te diga que en el tercer trimestre no puedes abortar, ya sabes donde tienes que acudir».

Según publica LifeNews.com, Hern cuenta con muy pocos trabajadores, para que no desvelen lo que ocurre en el interior. Sin embargo, ha habido filtraciones por parte de un extrabajador que ha revelado cómo se asesina a los bebés de más de ocho meses.

«Hern aborta en un estado tan avanzado de embarazo que el bebé sale llorando y buscando con la mirada a su madre», ha asegurado.

Pero parece que este exempleado no se ha arrepentido de su trabajo en el abortorio. Cuando le preguntaron sobre el horror de abortar pasado el tercer mes de embarazo, afirmó que «es mejor matarle cuando todavía está saliendo, a que nazca y esperar que acabe en el cubo de la basura».

La opinión contradictoria de este trabajador es absurda porque el destino del bebé es el mismo. Ya sea por una inyección en el corazón o porque se le tira a un contenedor de basura, el bebé morirá igual a manos de aquellos que aseguran defender los derechos de las mujeres.

Hasta ahora poco se sabía de lo que ocurría en el abortorio de Warren Hern, solo la revista Esquire ha tenido acceso al abortorio. Una reportera logró pasar un día entero observando el trabajo de los empleados y del propio Hern.

En el reportaje, llamado ‘El aborto tardío del doctor Hern’, se describe a Warren Hern como un hombre muy alto, de cabello blanco, roza los 70 años, que siempre viste con el uniforme verde debajo de la bata blanca. Su aspecto es de hombre serio, pero hablador. Siempre está ocupado, en su despacho no para de sonar el teléfono, fuera le espera una sala repleta de mujeres tristes con barrigas enormes.

A Hern le encanta su trabajo, se cree un salvador. Sin embargo odia la palabra ‘abortista’ porque según él «es una invención de los provida creada para dañar y humillar a los médicos de fertilidad».

El abortista no entiende la cantidad de amenazas que recibe, «no puedo ni ir a comer con mi mujer a un restaurante, siempre tengo que estar mirando por encima del hombro». Pero lo que más le molesta el es odio de otros médicos. Asegura que recibe más amenazas por parte del colectivo de doctores que por parte del colectivo provida.

En algunos sectores de Estados Unidos trabajar en un abortorio es la mayor degradación que existe en medicina, pero por muy increíble que parezca para Warren Hern «practicar abortos es la cosa más importante que he podido hacer en medicina».

Según su punto de vista, está ayudando a mujeres desesperadas que necesitan ayuda urgente. «No entiendo de donde proviene tanto odio si para mí el bienestar de las mujeres es lo primero».

«Creo que ayudar al control de la fertilidad tiene mucho que ver con educar a ciudadanos responsables. Si alguien no entiende me importa una mierda vivo en un país que puedo decir lo que me plazca», sentencia. Pero para este llamado «doctor» no hay límites. «Si una mujer viene a la semana 35 de embarazo y me pide desesperadamente ayuda, ¿Cómo no la voy a ayudar?», reafirma.

Con el fin de lavar su imagen, este abortista asegura para la revista Esquire que la mayoría de abortos que realiza son por anomalías fetales muy graves que ponen en riesgo la salud de la madre. «En la mayoría de hospitales luchan sólo por el feto si hay alguna complicación, sabiendo además que no va a sobrevivir, y se olvidan del paciente principal».

«se refiere a la madre, ¿no?», le pregunta la reportera.

«No, no es madre, es solo un paciente. Hasta que no tenga el bebé no es madre».

La reportera destacó otra de las conversaciones que le llamaron la atención, el de la recepcionista cuando estaba anotando una cita.

La recepcionista preguntó: «¿Está tomando alguna medicación?, ¿se ha sometido a alguna operación en el último año?, no se preocupe que nosotros somos liberales y tolerantes. Si en algún momento cambia de opinión avise lo antes posible porque no queremos que haya ningún hueco libre en la agenda».

Además la recepcionista añadió: «También quiero que sepa que no le vamos a preguntar las razones por las que ha tomado esta decisión, que sepa que nosotros no estamos aquí para juzgarla, sino para ayudarla».

Los trabajadores de Warren Hern

Él mismo confirma que muchos enfermeros y personal médico ha renunciado a su trabajo en el abortorio. Varios enfermeros se han visto obligados a abandonar su puesto de trabajo al tener que lidiar con los restos de fetos abortados. «Cuanto más tarde es el aborto, más consecuencias psicológicas tiene para los enfermeros, muchos han renunciado», ha afirmado Hern.

No todo el mundo es capaz de lidiar con los restos de fetos abortados a los ochos meses, en el centro los trabajadores han relatado como habitualmente tienen pesadillas y se han visto obligados a pedir ayuda psicológica para superar estas experiencias traumáticas. La mayoría de empleados tiene que lidiar con depresión, miedo, agonía y espanto.

Otro de los trabajadores aseguraba que el equipo se encontraba en un gran dilema, porque mientras les preparaban para «resolver el problema» de las mujeres, ellos se encontraban un otro problema moral mayor. «Ellas salían del centro aliviadas sin ‘su problema’».

Written by Rafael De la Piedra