Aunque apeados por Francia del Mundial de Fútbol de Alemania 2006, nadie puede discutir a Brasil el tener, históricamente, la selección más creativa y que más Mundiales de Fútbol ha ganado (5 de los 18 celebrados hasta ahora). Una de las claves de su éxito y fuente de inspiración de muchos de sus jugadores, en el momento de saltar al campo, es la inquebrantable fe en Jesús que profesan y su pertenencia a la asociación religiosa Atletas de Cristo.

Jugadores que han aspirado a levantar la Copa del Mundo 2006 en Alemania, como Gilberto, Kaká, Lúcio y Zé Roberto, están orgullosos de pertenecer a los Atletas de Cristo. “Durante los mundiales leemos juntos la Biblia, rezamos y vamos a misa”, manifestó recientemente Alex Dias Ribeiro, director ejecutivo del grupo. Como señala Ribeiro, que participa desde 1980 en todos los desplazamientos de la selección brasileña, más que un movimiento religioso, los Atletas de Cristo son una asociación espiritual.

Futbolistas de todas las religiones: baptistas, católicos, protestantes y adeptos a varias iglesias evangélicas, forman parte de esta asociación fundada a finales de los 70 por dos jugadores de fútbol brasileños, el portero Joao Leite y el delantero Baltasar. Sin embargo, los Atletas de Cristo empezaron a hacerse visibles cuando en los 80 Ribeiro tomó las riendas del grupo. “Nos une el amor por Dios”, dice el cabeza visible de la asociación.

Los Atletas de Cristo, que aglutinan a un colectivo de unos 7.000 profesionales del deporte, están organizados en pequeños grupos locales y difunden sus ideas y actuaciones a través de un periódico mensual.

Estrellas evangelizadoras en Europa

Según un reportaje publicado en LA VANGUARDIA el pasado 2 de julio, junto a los ya mencionados jugadores brasileños, los Atletas de Cristo cuentan con otras grandes estrellas del balompié, muchas de ellas repartidas por Europa, donde, además de jugar en los principales clubes y ligas del antiguo continente, sirven de ejemplo evangelizador entre sus propios compañeros.

Así, históricos nombres como los del portero Taffarel, Jorginho, Silas, Zinho, Bebeto o Paulo Sergio, se entremezclan con los de los actuales Zé Maria, Cicinho, Edmilson, Silvinho o Fredson, por citar tan sólo los más nombrados.

Brasil es, pues, una cantera de evangelizadores futbolistas para su selección y para el fútbol europeo. El mismo seleccionador brasileño, Carlos Alberto Pareira, reconoce las ventajas de dirigir un equipo plagado de cristianos practicantes: “No me desagrada tener atletas de Cristo en mi equipo, porque así estoy seguro de poder contar con jugadores serios y disciplinados”.

En defensa de la familia

La asociación ha crecido de forma espectacular en los últimos diez años en Europa. Jaime Garrido, su representante europeo, lo confirma: “No somos una religión nueva, somos una asociación espiritual para ayudar a los deportistas, le damos mucha importancia a la familia . Las familias de los deportistas sufren mucho. Nadie piensa en las mujeres, solas con los críos. También aprovechamos la fama de los deportistas para mandar mensajes positivos a los niños, como por ejemplo que no se droguen”, explica Garrido.

Recuerdo emocionado

El mítico ex portero de la selección brasileña, Taffarel, guarda un emocionado recuerdo de la final del Mundial de Fútbol de 1994 en Estados Unidos, que ganaron, según él, gracias a su fe en Dios: “Después de 52 partidos, tres millones de entradas vendidas y cuatro años de preparación, el desenlace final dependía de dos personas: Baggio y yo”, comentó en rueda de prensa tras acabar el partido, en referencia a la tanda de penaltis.

“Cuando la pelota pasó por encima del palo, la única cosa que me pareció justa fue dar gracias a Dios. Sólo Él merecía esa victoria. Al fin y al cabo, ni Baggio metió el gol, ni yo paré el tiro”, concluyó entonces. También Zé Maria opina que Dios estaba de parte de ellos en aquel partido: “Ese último tiro fue la demostración de que estábamos en la parte buena… Baggio era budista y Taffarel era un atleta de Cristo”, dice el ahora jugador del Inter de Milán. “Vi la mano de Dios”

Por otra parte, el astro brasileño Kaká ha reconocido que su pertenencia a los Atletas de Cristo tiene que ver con una intervención divina. Después de un e en una piscina que estuvo a punto de dejarle paralítico, Dios le ayudó a salir del trance: “Me rompí la ta vértebra, pero vi la mano de Dios”, dijo el jugador a su llegada al Milán.

Desde ese e, Kaká luce siempre una pulsera con la palabra ‘Jesús’, en la lengüeta de sus botas de fútbol se puede leer “Dios es fiel”, y su contestador automático del teléfono tiene un peculiar mensaje: “Soy Kaká, en este momento no puedo responderte. Deja un mensaje después del bip. Que Dios os bendiga. Ciao.”

Un ejemplo en el Barça

El internacional brasileño Edmilson, una de las figuras del actual Barça, es también un ejemplo de deportista evangelizador: “Los atletas de Cristo podemos ir a lugares a los que muchos pastores no pueden ir para llevar el Evangelio. Un ejemplo es la Copa del Mundo. Un atleta de Cristo debe estar siempre aprovechando las oportunidades para dar testimonio de su fe en Jesús”, dice Edmilson.

Además, el jugador blaugrana dona parte de sus ganancias a una asociación benéfica a favor de los niños. “Edmilson da el 10 por ciento de sus ganancias a una asociación de niños. Él piensa que si está ganando mucho es justo que dé mucho. Si todos los jugadores de la Liga diesen solamente el 1 por ciento de sus sueldos a asociaciones benéficas, que no es nada, ¡imagínate!, ayudarían un montón. Sería mucho dinero”, asegura Jaime Garrido.