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La monja “twittera” que quiere evangelizar la red

Entrevista con son Xiskya Lucía, filóloga y periodista. Acaba de crear un sitio para recoger las reflexiones, ideas y propuestas que circulan en Twitter. «Los católicos deben conquistar la red»

MAURO PIANTA

TURÍN
Una fe ardiente y un alma digital. Esa es sor Xiskya Lucía: 43 años, licenciada en filología, un máster en periodismo y una pasión por la red. Todo al servicio de la vocación. Su última invención (de junio) se llama iMision.org, un sitio que recoge reflexiones, ideas y propuestas que circulan en Twitter.

Hermana Xiskya Lucía, ¿cómo nació la idea para crear iMisión?

Nació de un diálogo en Twitter con un Hermano marianista, Daniel Pajuelo, un día en que recibimos muchos insultos y blasfemias en Twitter simplemente por mostrarnos en nuestros mensajes como católicos y religiosos consagrados que somos. Ese día comentamos que los católicos en la red necesitábamos unirnos, apoyarnos, intercambiar experiencias, formación, para ayudarnos en la tarea de evangelizar en la red. Nos surgió la inquietud de organizar un Congreso de tuiteros católicos, pero vimos que antes, necesitábamos darnos a conocer y tejer una red de personas que tuvieran la misma inquietud y sensibilidad.

¿Cuál es la peculiaridad de esta iniciativa, con respecto a otras que existen en la red?

Pienso que su mayor peculiaridad es la apertura para acoger a cualquier católico de cualquier estado de vida, sea laico, religioso o sacerdote, y de cualquier lugar que esté dispuesto a ser un misionero en la red. El único requisito: amar a la Iglesia como madre, enseñar con fidelidad su Magisterio, y sentir la llamada a ser misionero en la Era de Internet, lo que llamamos iMisionero. La segunda característica, es la libertad. La red es libre y consideramos que es un valor que debemos aprovechar. Libertad para participar, para dar el tiempo que tengas a las actividades que organiza iMision, y libertad para aportar. Hemos formado un equipo organizador de nueve personas (laicos, religiosos y sacerdotes), y luego tenemos un segundo grupo que llamamos “colaboradores” que son los que se inscriben en la web y están dispuestos a colaborar. A este grupo le informamos por email sobre las actividades semanales de iMision y son las primeras personas participantes en ellas. Todos nos distinguimos porque en nuestro nombre o descripción en Twitter llevamos el hastag de #iMision.

A pesar de que ha pasado poco tiempo, ¿se pueden ver algunos resultados?

Estamos muy sorprendidos gratamente por la respuesta que hemos tenido. Son casi 150 personas las que se han apuntado como “colaboradores” y todos nos escriben con mucha ilusión y agradecimiento por la iniciativa. Acabamos de lanzar nuestra primera actividad: Estamos recogiendo iniciativas pastorales que ya existen en la red. Queremos darlas a conocer y promocionarlas, sólo hace falta que sean católicas. Esto durará hasta el domingo. A partir del lunes y durante un mes nos centraremos en la reflexión de “¿qué consideramos evangelizar en la red?”

Vamos a tener muy en cuenta algunos de los puntos 59 al 62 del documento Instrumentus Laboris para el Sínodo de Nueva Evangelización que tienen mucho que ver con nuestro proyecto de iMision. La reflexión se hará centralizada en Twitter, también Facebook, para recoger las conclusiones en nuestra web para cuando se inicie en Roma el Año de la Fe. Queremos usar fechas significativas en nuestras actividades. Otro tipo de actividades que tenemos pensadas para después son: campañas de oración, concursos, debates, catequesis, intercambio de experiencias, etc. Siempre usando como canal principal Twitter.

¿Existe el riesgo de que la fe, que es una experiencia profundamente personal, se convierta solo en una “experiencia virtual”, “digital”, con iniciativas como esta?

Pienso que ese riesgo existe tanto con esta iniciativa y como sin ella; es un riesgo intrínseco de la red como tantos otros. Pero desde luego no es lo que nosotros pretendemos. Nuestro objetivo es ser una presencia católica en la red. Hay muchos movimientos sociales con gran influencia en internet, que consiguen mover a grupos sociales y pasar a una actividad en el mundo real. Nosotros pretendemos ante todo que los católicos también tengamos una presencia fuerte en la red y juntos conseguir una reflexión sobre temas religiosos y sociales que nos muevan a la experiencia del Dios de Jesucristo como un ser vivo, cercano y actual que ojalá luego nos llevara a todos a poder vivirlo mejor en nuestras parroquias o iglesias locales. Entendemos por “actual” que el mensaje de Jesucristo es tan vigente como en los primeros siglos.

¿Influyó de alguna manera su vida “entre dos mundos” (América Latina y España) para que naciera la necesidad de crear puentes en el “sexto continente”?

Puede ser, pero en realidad iMision ya se había concebido en julio cuando emprendí mi viaje hacia América. La sorpresa ha sido la repercusión tan fuerte que ha tenido en Latinoamérica. No sé decir ahora el porcentaje, pero muchísimos de los colaboradores de iMision son de aquellas latitudes. La red es un sexto continente sin países, en realidad, sin fronteras. Pero la lengua castellana tiene un estilo distinto en ambos continentes y las preocupaciones y sentir de la gente son distintos también. Sin embargo, en iMision partimos de lo que nos une: La preocupación por la evangelización de la red, el sentir con la Iglesia y el cristocentrismo de nuestras vidas. Recordemos que nuestro común denominador es el ser católicos. Y católicos significa universales.

¿Han tenido ya opositores (‘trolls’)?

Los “trolls” no se hacen esperar. Han aparecido muy rápido. El tercer día de emprender iMisión recibimos una carta firmada por un tal “Belcebú”. Nos insta a no continuar con el proyecto y nos da sus argumentos: que evangelizar es manipular, que dejemos en paz a la gente, etc. Estamos acostumbrados a este tipo de mensajes; justo iMisión nació a raíz de que Hno. Daniel y yo comentábamos unos insultos recibidos en Twitter. Contamos con ello. No nos preocupa. Al contrario, esa carta era una buena señal de que empezábamos bien.

Written by Rafael De la Piedra