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Un musulmán en "L'Osservatore Romano"

Por Virginia Rosas Ribeyro

Khaled Fouad Allam es sociólogo y editorialista del diario » La Repubblica » y autor de varios libros sobre el islam contemporáneo. Nació en Argelia pero ahora es ciudadano italiano, enseña sociología del mundo musulmán en las universidades de Trieste y de Urbino. El 6 de noviembre próximo se convertirá en el primer columnista musulmán de «L’Osservatore Romano», el diario oficial del Vaticano. Llegó a Lima, invitado por el Instituto Italiano de Cultura para participar en la Feria Internacional del Libro de Lima y se tomó un tiempo para conversar con El Comercio.

Su cercanía con la Iglesia Católica se remonta lejos en el tiempo.

Hace más de veinte años cuando llegué de Argelia trabajé en el tema del diálogo interreligioso. Participé en octubre de 1986 en la primera plegaria interreligiosa organizada por Juan Pablo II y traté de elaborar un pensamiento con relación a eso a través de textos, editoriales y mis intervenciones públicas. Por eso tengo una relación particular en relación con los temas de la Iglesia Católica.

Pero usted es un hombre de izquierda…

Considero que utilizando el término de centro izquierda o centro derecha se utilizan categorías de los siglos XIX y XX. El problema es que políticamente, ni en la izquierda ni en la derecha hay un pensamiento capaz de traducir lo que es actualmente el cambio en el sistema mundial.

¿Usted vive en Italia, un país que vira peligrosamente a la extrema derecha, esto no le causa problemas?

Claro que sí. Cuando vemos lo que sucedió en los años veinte y treinta en Europa, época en la que había una gran crisis económica, se atacó a una población –en esa época fueron los judíos–. Es muy peligroso porque uno sabe dónde comienza, pero no se sabe nunca dónde se va a terminar. Hay que definir una política europea sobre la inmigración y sobre eso Europa no sabe todavía qué hacer.

¿Usted considera que hay una islamofobia en Europa y que los medios de comunicación contribuyen a ello?

Hace varios años que señalamos que hay un problema de lectura de lo que pasa en el mundo musulmán contemporáneo. Se señalan a menudo las desviaciones del islam contemporáneo, con el terrorismo que utiliza el islam, pero no se señala lo suficiente que son los musulmanes los que a menudo pagan esta desviación política. Yo cito a menudo la guerra que tuvo lugar en Argelia en los años noventa, tengo amigos periodistas que han muerto degollados por terroristas musulmanes. De eso no se habla mucho. ¿Y qué quiere decir? Quiere decir que hay algo que está sucediendo al interior del mundo musulmán y que este está dividido entre el retorno a la tradición o modernizarse. Los medios no han sabido interpretar eso.

NOSTALGIA DEL ISLAM
Justamente en su libro «Carta a un terrorista suicida» usted se refiere a la nostalgia del islam por un pasado glorioso …

Es un poco complicado, yo considero negativo el hecho de que los musulmanes reivindiquen el islam de la ‘edad de oro’, que se refiere a menudo a España, a Córdoba, a Bagdad. El islam de los califas. Muchos intelectuales musulmanes reivindican esa ‘edad de oro’ que no regresará más, pero el mundo musulmán alimenta esa forma de esperanza porque crea una especie de ilusión en los pueblos que, a su vez, los aleja de su responsabilidad y de la realidad. Lo que le ha faltado al mundo musulmán, pero que Europa sí ha tenido, es lo que yo llamo la elaboración. Una civilización es como un ser humano, un cuerpo que muere, y cuando alguien muy cercano muere debemos hacer la elaboración del duelo. La civilización musulmana no ha logrado elaborar el duelo de su propia decadencia, de su propia muerte. Hace tres siglos que el mundo musulmán trata de renacer, pero lo hace sobre falsas premisas que sostienen que esa ‘edad de oro’ recomenzará y eso no va a suceder. De eso hablo en el libro «Carta a un terrorista suicida».

¿Pero es posible un islam moderno?

Creo que la violencia que ha atravesado el mundo musulmán durante los últimos veinte años ha sido tan fuerte y especial que nos obliga a una nueva reflexión, pero esta no está necesariamente en los textos de religión o en los discursos religiosos. Lo religioso puede encontrarse en textos inéditos, en la literatura, en el arte, en el cine. Y veo algo en la literatura, por ejemplo. No hay traducción inmediata porque son procesos lentos. ¿Cuánto tiempo ha pasado entre la Europa del renacimiento hasta el mundo moderno? Serán procesos largos, es evidente que hay algo que está sucediendo con relación a las estructuras tradicionales, los comportamientos. Los cambios son complicados. Además está el grave problema de la cuestión democrática. La democracia en el mundo árabe, en el mundo musulmán es un problema real, pero esta no se inventa por decreto, sino que tiene que ver con modelos culturales y hay que darle tiempo al tiempo.

LA MUJER EN LA SOCIEDAD
Uno de los problemas del islam es el papel de la mujer al interior de la sociedad.

Ese es un paradigma… La historia está llena de paradojas. Egipto conoció a comienzos del siglo XX una efervescencia cultural increíble. Era uno de los países donde más se traducían libros, desde la poesía de Rimbaud, a novelas europeas y tratados técnicos. La mujer egipcia tuvo el derecho de votar en 1927, antes que las mujeres francesas, que lo tuvieron en 1936 y las italianas en 1948.

Pero las mujeres egipcias hoy en día deben usar el velo para salir a la calle.

Hay idas y vueltas en las sociedades, pero creo que la dirección no va más hacia el encierro sino más bien hacia la apertura. Son combates culturales, sociales y políticos.

Hace poco publicamos un artículo sobre el nombre Mohamed, que fue el más popular en Bruselas este año, eso significa que la población musulmana en Europa crece mucho y eso crea una sensación de miedo. Por lo que veo eso no tiene solución hasta el momento.

Es un problema muy complicado. Hay modelos de acercamiento que son diferentes. Europa es muy diferente de Estados Unidos y de América Latina porque le génesis del Estado-nación en Europa se hizo en una relación privilegiada entre identidad y territorio, lo que explica la Reforma y la Contrarreforma. Los territorios se formaron en relación con la homogeneidad de las pertenencias religiosas nacionales. En Estados Unidos, Canadá y América Latina la génesis del Estado se funda sobre la base de la diversidad cultural, que es la que origina la formación del Estado-nación.

Pero Estados Unidos funciona como una especie de guetos para cada nacionalidad.

No estoy de acuerdo. Hubo guetos sí por supuesto, pero estos últimos veinte años han hecho una real política de integración, han creado una clase dirigente de origen africano, asiático e indio. Eso en Europa no se ve todavía. No hay clases dirigentes de origen diferente.

Usted está de acuerdo entonces con el sistema de cuotas que practican los estadounidenses.

Si la cuota va a terminar con la discriminación, bienvenidas las cuotas. No es la soluci
ón, es una técnica que puede durar un cierto tiempo, no puede ser definitiva. La integración es más complicada. Por ejemplo en la relación entre el islam y Europa. No es que el islam llegó con la inmigración hace veinte años. Hay un islam histórico presente en el corazón de Europa, en los Balcanes, por ejemplo. Y ha habido un mundo musulmán presente en España, en Italia durante siete siglos. Sobre eso creo que hay cosas pendientes por hacer. Yo he sido diputado en el Parlamento Italiano y le puedo decir que la integración no pasa necesariamente por decisiones políticas, sino a través de la reflexión de la sociedad sobre sí misma: la acogida del otro. Si uno no define eso, es evidente que será la puerta abierta al miedo, a la inseguridad y eso se convierte en cuotas y barreras.

¿Usted cree que hay suficientes convergencias entre el islam y la Iglesia Católica y los cristianos en general como para construir algo duradero?

El primer artículo que saldrá publicado el 6 de noviembre en «L’Osservatore Romano» habla de eso, se llama «Islam y Cristianismo o el destino suspendido del mundo». Critico un acercamiento de tipo ecuménico que hace cálculos sobre los puntos comunes. Hay que cambiar el enfoque, hay que definir –en vista de que vivimos en un sistema global– un acercamiento más filosófico que proponga el problema del destino del hombre con relación al mundo porque hoy en día todos los temas van más allá de las fronteras, territoriales y culturales. Pienso que si mañana hay en el transcurso de este siglo XXI una hipotética refundación de lo que se llama el orden internacional, este debería basarse en dos paradigmas importantes, la cuestión democrática, que no solo quiere decir la alternancia del voto. El otro paradigma es la alianza hacia el diálogo de las civilizaciones. Esas dos cosas están íntimamente vinculadas. En ese sentido pienso que un diálogo entre el islam y el cristianismo puede ayudar a definir nuevas bases filosóficas sobre el mundo. Ayudaría a encontrar, en medio de las tinieblas, al hombre con relación a sí mismo.

Written by Rafael De la Piedra