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Darían “muerte digna” a menor británica negándole transplante de corazón

Cuando miramos las noticias que los diferentes medios difunden sobre la niña británica Hannah Jones y su negativa a someterse a un transplante de corazón, podemos falsamente compadecernos y decir: “Pobrecita, ya no quiere sufrir más, tiene todo el derecho a decidir morir, no la detengamos”. El problema de pensar de esa manera es que si saberlo estaremos jugando a favor de los partidarios de la mal llamada “muerte digna”.

Jones de trece años sufrió de leucemia hace algunos años y el tratamiento para combatirla dejó muy debilitado su corazón que actualmente solo funciona al 10 por ciento. Ella con visible desesperanza ha explicado lo duro de su situación actual, que se agudiza aún más ya que sin el transplante necesario los médicos sólo le dan un máximo de 6 meses de vida.

Es importante señalar que Hannah no está en la mejor de las situaciones para decidir lo correcto. Pero claro con tantas intervenciones quirúrgicas a sus pocos años de vida la frustración y la tristeza son definitivamente comunes. Son entonces los padres los que tienen que darle calidad de vida y la objetividad necesaria. No se puede decir que ella puede decidir cuando es obvio que no lo puede hacer. No nos aprovechemos de este dramático caso para impulsar la ideología de la muerte y generar precedentes para justificar la eutanasia.

La dirección del hospital que atiende a Hannah, el Herefordshire Primary Care Trust de Hereford decidió acudir a los tribunales para retirar temporalmente la custodia a sus padres y “obligar” a la adolescente a someterse a la cirugía; sin embargo, tras varios procedimientos legales el hospital increíblemente decidió retirar la demanda. Pero señores médicos, debieron ir hasta las últimas, ustedes están para curar.

Algunas personas me han dicho que la nueva cirugía para la menor debe ser optativa. Ciertamente no se debe forzar con medios extraordinarios la prolongación artificial de la vida, de eso no hay duda. Pero estos medios se definen de acuerdo a la persona y las circunstancias. Por ejemplo: Hacerle un transplante de corazón a un anciano de 85 años es probablemente un procedimiento extraordinario e innecesario. No pasa lo mismo en el caso que comentamos, hay una vida joven que puede tener mucho futuro aún pese a las dificultades. Además su dignidad, única e irrepetible, bien vale cualquier acción que la pueda proteger. Otra cosa, las cirugías de corazón son muy comunes en todos los países del mundo, por lo cual no siempre son necesariamente procedimientos extraordinarios.

Los padres de Hannah Jones tienen que ayudarla, indicándole el mejor camino. En este caso el transplante que está a su alcance es una gran posibilidad. Por otro lado, dejarla sin la intervención es no sólo quitarle esperanza sino generar un precedente que puede relajar las legislaciones que siempre deben defender la vida, especialmente del que no puede defenderse.

Imaginémonos que en el futuro las decisiones relevantes sean tomadas por niños enfermos. Sería preocupante porque estaríamos sometidos al vaivén de sus estados de ánimo que ellos mismos, como Hannah, no pueden controlar.

Written by Rafael De la Piedra