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Rapsodia de una vida iluminada por la música

Una excelente crítica de Bohemian Rhapsody de un amigo mío: Héctor Makishi. Les recomiendo su blog acerca de Películas. se llama Cine con Sentido.  Leamos pues su crítica:

Esta película está hecha para todos los fans de Queen. Pero el que ama a Queen, ama también a Freddie Mercury, el mayor frontman de la historia del rock, sin una duda gravitando. Porque si hay algo más extraordinario que la música de Queen, es la historia de él…

https://cine7consentido.wordpress.com/2018/11/11/rapsodia-de-una-vida-iluminada-por-la-musica/

FICHA TÉCNICA:

Título: Bohemian Rhapsody Título original: Ibidem Año: 2018 Dirección: Bryan Singer Guion: Anthony McCarten Fotografía: Newton Thomas Sigel Música: John Ottman Protagonistas: Rami Malek, Gwilym Lee, Ben Hardy, Joseph Mazzello, Allen Leech y Lucy Boynton País: Reino Unido / Estados Unidos Duración: 134 minutos

Mi calificación: 3.4/5

Nivel de spoiler: 0

Clasificación: +13

Dónde lo veo: En cartelera. Referencia: Noviembre 2018.

Esta película está hecha para todos los fans de Queen. Pero el que ama a Queen, ama también a Freddie Mercury, el mayor frontman de la historia del rock, sin una duda gravitando. Porque si hay algo más extraordinario que la música de Queen, es la historia de él…

Kurt Cobain cuando escribía su última carta, decía: «cuando se apagan las luces antes del concierto y se oyen los gritos del público, a mí no me afectan tal como afectaban a Freddie Mercury, a quien parecía encantarle que el público le amase y adorase». Y es verdad, porque, por lo que se cuenta, Freddie Mercury nació entre acordes de una canción sin fin ni estribillos, volando entre haces de luz de un concierto eterno. Parecía que el público, la ovación eran para él, una experiencia de arrebato místico. Sobrecogedor y vital.

Sobrecogedor y vital también es la experiencia de ver la película. Es como ser testigo directo de la intimidad de la banda que realmente te rockeó con sus canciones, algunas, hoy, convertidas en himnos.

Rami Malek ha hecho un gran trabajo en la personificación de Freddie Mercury. A tal punto que salvó algunos baches que tiene el guion en aspectos estructurales y de investigación. Las licencias históricas en las biopics, no deberían ser un gran problema en la narrativa de la película, salvo cuando las fechas están muy ubicables en la memoria del espectador: fechas de conciertos, de discos, relaciones, orden de sucesos, etc. Y es lo que pasa en el film, a la hora de presentar los hechos: El que constantemente uno se distraiga con «¿Esa canción ya existía en esa época?», «¿En los setentas, Queen viajó a Rio?», «¿Bohemian Rhapsody no es grabado por EMI?», entre otra más, hace que, por momentos, la película pierda fluidez y credibilidad. Pero nada grave que no haya podido sanar la música y el esplendor de un artista a carta cabal.

Porque en Bohemian Rhapsody, no queremos saber si Mercury es gay o bisexual, queremos ver al artista y su proceso de creación fascinador. Sobre su vida personal, ya perdieron inmensamente el tiempo, periodistas mediocres cuando estaba aún vivo. Brian May dijo una vez: «llamarlo (a Freddie) gay es algo muy simplista, esto sucede por darle demasiada importancia a su vida personal». Sucede justamente que mientras que nos dedicábamos a mirar su vida personal, él iba creando un arte Made in Heaven.

El retrato de la pasión por su arte es el gran acierto de la película. Es el discurso aplanador que subsana cualquier error. Cuando vemos, en muchos momentos, la génesis de canciones como Bohemian Rhapsody, We will rock you, Another one bites the dust, uno no puede dejar de conmoverse porque en todo proceso creativo, siempre, hay algo misterioso que nos cautiva. «Misterio» en el sentido original de la palabra: Suceso que ante lo cual enmudeces o cierras los ojos porque excede tu racionalidad. Es demasiada luz para tus ojos internos. No es oscuridad, es luz como las obras de Van Gogh que comenté hace unas semanas.

Y como broche de oro, el gran concierto de Live Aid (1985) que supone la reconciliación de Queen con el mundo entero luego de sus erráticas presentaciones en Sudáfrica con el racismo de Apartheid en pleno. Ese momento de la película es extraordinario. La producción no mezquinó ni un minuto de lo que fue en la realidad. La cobertura es prácticamente la misma y uno se siente extasiado frente a la pantalla grande y el sonido envolvente. Uno entiende, finalmente, quién fue Freddie Mercury y entiende que ser artista es un privilegio de algunos tocados por las musas al cual le debemos nuestro respeto y agradecimiento, porque como dijo Nietzsche: «El mundo sin música sería un error».

 

Written by Rafael De la Piedra