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La Madre Teresa contra el SIDA en los Estados Unidos

Fue la Madre Teresa de Calcuta la que abrió en 1985 la primera casa de acogida para enfermos de SIDA en Nueva York y fueron las monjas indias quienes suministraron cuidados a los gays y los toxicómanos, «desgraciados a los que ningún otro hospital de la rica metrópoli americana quería suministrar cuidados»

De este modo el escritor y periodista francés Dominique Lapierre ha recordado hoy en Nueva Delhi la contribución de la moja albanesa a mediados de los años 80, cuando se estaba iniciando a difundir el entonces mortal VIH. El autor de «La Ciudad de la Alegría» ha intervenido esta tarde en una mesa redonda organizada con motivo de la Jornada Mundial contra el SIDA en la que han participado representantes del gobierno indio y especialistas de la ONU.

Lapierre, que ha dedicado su libro «Más grandes que el amor» (1991) al descubrimiento de la enfermedad, ha hablado del asilo de Greewich Village llamado «El regalo del amor» y de como se convirtió en el nuevo campo de batalla de las Misioneras de la Caridad «en una época en la cual el SIDA mataba y en la que los seropositivos eran tratados como los leprosos de Calcuta».

En 1986 la Madre Teresa de Calcuta abrió en una de las calles más peligrosas de Manhattan un refugio para enfermos de SIDA. Aquello fue revelador y parecía que el mundo estaba al revés: que los países pobres de Oriente venían a socorrer a Occidente. Allí se encuentra uno con hermanas vestidas de sarí blanco bordeado de azul, como las que se ven trabajando en las leproserías, orfelinatos y morideros de Calcuta. Los enfermos comenzaron siendo reclusos de Sing-Sing, toxicómanos, negros de Harlem entre otros.

Dominique Lapierre en su libro Más grandes que el amor cuenta toda la escena anterior. El título del libro se lo dio uno de los enfermos de SIDA que cuando estaba a punto de morir, mirando a los médicos y enfermeras que estaban alrededor de su cama, exclamó con su último aliento: «Muchas gracias. Son todos más grandes que el amor». El libro citado ofrece el retrato de hombres y mujeres que demuestran cada día que el espíritu humano puede ser más grande que la peor de las adverSIDAdes. Hay gentes que hacen cosas heroicas para otros, que saben compartir. Son héroes anónimos, desconocidos.

En sus esfuerzos hablando con el alcalde de Nueva York para que se perdonara la condena a presos con SIDA que la Madre Teresa quería alojar en su casa, se produjo la siguiente conversación:

-Madre, se trata de delincuentes, incluso asesinos -objetó De Koch con firmeza-. ¡No se les puede dejar en libertad sólo porque se encuentren en mal estado de salud!.

-Dios, al inflingirles el SIDA, les ha castigado más duramente que la justicia de los hombres, señor alcalde. ¿No le parece que merecen nuestra compasión?.

El autor ha recordado su largo trabajo de investigación que abarca desde el descubrimiento de los primeros síntomas de la nueva y misteriosa enfermedad conocida como «la cólera de Dios», hasta la experimentación de los primeros costosos y complejos fármacos.

Written by Rafael De la Piedra