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El arte de The Artist

La película francesa “The Artist” hizo historia  al convertirse en la primera película muda que gana el Oscar en 83 años y en el primer filme no anglosajón que se lleva el premio grande de la Academia en Hollywood. En total “The Artist” se llevó cinco estatuillas, mejor película, mejor director para Michel Hazanavicius, mejor actor para el francés Jean Dujardin, mejor vestuario y mejor banda sonora.

De esta forma la película que cuenta la historia del auge y caída de un actor de cine mudo se convirtió a la vez en la primera película no anglosajona en llevarse el gran premio de los Oscar, también es la primera cinta muda que gana el premio como mejor película después de “Wings” de 1929.

“Nadie nos quería ayudar a hacer una película muda y en blanco y negro”, recordó el productor Thomas Langmann, después de la ceremonia. «Soy el director más feliz del mundo en este momento», dijo por su parte Hazanavicius, agradeciendo a sus compañeros pero también a Uggie, el perrito que se robó el show en la película.

Por: Kenneth Pierce
De: CEC Global

The Artist es una película que a primera impresión aparece fuera de su tiempo. El ambicioso proyecto de Michel Hazanavicius, quien escribió el guion y dirigió la cinta, destaca tanto por su efectividad como por lo desconcertante de su propuesta: The Artist es una película francesa en blanco y negro, y para mayor sorpresa, es muda. Rodar un largometraje en blanco y negro no es novedad. Ya lo había hecho, aunque parcialmente y con notable éxito, Steven Spielberg con La lista de Schindler. The Artist, sin embargo, le añade algo, o mejor dicho, se lo sustrae: apenas se pronuncian palabras en toda la película. Aun así, cosechó los laureles más importantes en los últimos premios de La Academia: Mejor película, mejor director y mejor actor, entre otros.

La película es todo un homenaje al cine mudo de los años veinte. Con este fin Hazanavicius solo utilizó técnicas al alcance de los directores de la época en que se narra la historia. El formato, por ejemplo, es de 1.31:1, el mismo que se usaban en las películas mudas de aquel entonces y que permite a los actores ocupar casi toda la pantalla. No hay, por otro lado, una sola toma en que se haga uso del zoom, pues no se utilizaba esta tecnología.

¿Cómo logra cautivar una película así? No es exactamente la trama lo que cautiva desde un principio. Esta es, de hecho, relativamente sencilla y hasta cierto punto previsible. Recorre la vida de George Valentin (Jean Dujardin), carismático actor del cine mudo, junto a la de Peppy Miller (Bérénice Bejo) cuya estrella asciende a la par que la carrera de Valentin languidece. La genial interpretación de Jean Dujardin nos introduce de lleno en un aspecto que hoy muchas veces se olvida en un cine plagado de efectos especiales: la actuación. Su capacidad histriónica nos conduce de la mano por una historia que lo lleva de la cúspide de su carrera al desastre personal y, finalmente, al olvido y la desesperación. Todo ello causado por su negativa a rodar películas habladas, la gran novedad de la época.

Más allá de los aspectos técnicos y los recursos desde el punto de vista cinematográfico –en un sentido limitados, como hemos señalado, a lo posible en su tiempo–, The Artist resulta apelante también por lo humano de los personajes y de su historia. La fidelidad de Peppy Miller hacia Valentin es conmovedora, como lo es la actitud de Valentin quien, en medio de su pobreza, no se olvida de su chofer, cuya lealtad a su antiguo jefe es también encomiable. Muy comprensible es asimismo el orgullo de Valentin, rodeado del éxito, la adulación y la aclamación. Se quiebra finalmente, en el momento más oscuro de su vida, ante la mano generosa que le tiende Peppy, lo más opuesto a una frívola actriz de Hollywood. Aunque lo parezca, no es una historia ingenua, y es, más bien, un ejemplo de un cine inteligente y sano que resalta precisamente por ser una apuesta casi olvidada tanto en el cine como en la televisión de hoy.

Su arte no está solo en el guión, ni en sus recursos técnicos, ni en la actuación o la música que acompaña la cinta (también galardonada con un Oscar). Está precisamente, aunque suene evidente decirlo, en el modo como integra todos estos elementos para transmitir con ingeniosa elocuencia no solo una historia, sino para generar también un emotivo diálogo entre los personajes y el público que va mucho más allá de las palabras y, que al mismo tiempo, trasciende las generaciones.

The Artist aparece fuera de su tiempo precisamente porque su propuesta no tiene tiempo. Lo auténticamente humano, relatado con arte –sea cómico o dramático o de cualquier forma– siempre toca, más aún porque se ha hecho de modo bello y con fineza. Revivir la experiencia que tuvieron los cinéfilos de los años veinte con un público que poco a poco se acostumbra al cine en 3D es una hazaña notable. The Artist es una película que engancha, divierte, conmueve, y no te abandona a una nostalgia por un pasado que no volverá. Logra más bien, siendo un film disfrazado de décadas pasadas, ser un cálido y reconfortante encuentro con lo mejor de un presente limpio y sano, lo cual nunca pasará de moda y será siempre bienvenido.

Written by Rafael De la Piedra

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