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El Arzobispo de Nueva York y el futuro católico Cardinal Timothy Dolan laughs with reporters after holding a prayer service Full view

El Arzobispo de Nueva York y el futuro católico

Retrato de Timothy Dolan, el hombre de la ortodoxia y del diálogo. Para saber cómo pretende situarse la Iglesia estadounidense del siglo XXI, hay que dirigirse al él. 

JOHN ALLEN JR.
NUEVA YORK

Hay más de 5000 arzobispos en la Iglesia católica y, teológicamente, todos son iguales en términos de dignidad como sucesores de los apóstoles. Aún así, en términos de influencia en el mundo real, algunos son, evidentemente, más iguales que otros, y en estos días resultaría difícil encontrar a alguien más igual que el arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan.

Como prueba de esto, basta considerar el historial de Dolan entre febrero del 2009 y junio del 2011:

· El 23 de febrero del 2009, Benedicto XVI nombró a Dolan décimo arzobispo de Nueva York, el buen púlpito más importante de la Iglesia estadounidense.
· El 31 de mayo del 2010, el papa Benedicto XVI lo designó visitador apostólico a Irlanda, ayudando a liderar la respuesta del Vaticano a la crisis desatada por la enorme cantidad de casos de abuso sexual en el país.
· El 16 de noviembre del 2010, fue elegido presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, lo que lo convirtió en principal portavoz del catolicismo en Estados Unidos.
· El 5 de enero del 2011, Benedicto XVI lo nombró miembro del nuevo «Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización», parte de una élite de prelados que gozan de la suma confianza del Pontífice.
· El 20 de marzo del 2011, el famoso programa de televisión estadounidense 60 Minutes le dedicó un segmento completo, refiriéndose a él como «el papa americano».
· A principios de junio del 2011, viajó a Roma acompañado por el programa Today, el programa de noticias matutino con mayor audiencia en Estados Unidos. Durante una transmisión en vivo, el anfitrión describió a Dolan como «la persona de más alto perfil de la Iglesia católica en Estados Unidos en este momento», alguien con «enorme carisma y una gran personalidad».

Pronto, Dolan ingresará al Colegio de Cardenales y, con 61 años, aún es joven para los estándares eclesiásticos. La conclusión es que, para comprender hacia dónde se dirige la Iglesia católica en el siglo xxi, y no sólo en Estados Unidos, ahora es necesario tener en cuenta al Arzobispo de Nueva York.

Hacer una lectura gratificante de Dolan, sin embargo, es más fácil de decir que de hacer. Es un personaje inconmensurable que, al conocerlo por primera vez, tiende a abrumar todos los sentidos. Mide más de 1,80 metros y tiene una contextura física enorme, lo que refleja su amor por la comida, la bebida, y un buen cigarro, por no mencionar su falta de entusiasmo por el ejercicio formal.

Tiene una voz resonante, una risa estridente, y una sonrisa electrizante que podría seguramente alimentar a varias cuadras del centro de Manhattan. Es rápido para las bromas, el tipo de «persona sociable» que nunca vio un hombro que no quisiera palmear ni un bebé que no quisiera besar. Si Dolan no hubiera sido obispo católico, podría tranquilamente haber sido un senador de Estados Unidos o director ejecutivo de una corporación.

Detrás de su encanto y de su desenvoltura en los medios, lo que hace que Dolan sea verdaderamente interesante para los católicos de todo el mundo es que es la apoteosis de una opción para el futuro de la Iglesia: «Ortodoxia afirmativa».

Si los generales siempre están combatiendo en la última guerra, los periodistas están eternamente evaluando la última elección. Durante los últimos cincuenta años, el periodismo tendió a formarse una opinión sobre el catolicismo en términos de una lucha entre la izquierda y la derecha. Después de más de treinta años de designación de obispos por parte de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, sin embargo, esa contienda terminó hace mucho a nivel de liderazgo.

En su lugar, la verdadera batalla por el futuro se verifica entre las diferentes corrientes en el amplio bando conservador, entre guerreros culturales que ven al mundo exterior principalmente como una amenaza, y los evangelistas, que lo ven como un terreno misionero. El primer instinto es una receta para la retirada, el otro, para encontrar al mundo en un punto medio.

En esta guerra de tira y afloja, Dolan personifica la versión abierta y positiva del conservadurismo católico que yo llamo «Ortodoxia afirmativa». Ambas partes de la fórmula son importantes. Es «ortodoxa», es decir, una defensa tenaz del pensamiento, del discurso y de la práctica católica. Y también es «afirmativa», en el sentido de que presenta la identidad católica en términos positivos. El énfasis está puesto en lo que el catolicismo abraza y afirma, a lo que dice «sí», en lugar de a lo que se opone y lo que condena.

Dolan es la Ortodoxia afirmativa potenciada. Nadie puede cuestionar su compromiso con la enseñanza católica, y la mayoría lo reconoce, tanto intelectual como políticamente, como un neoconservador. Dolan es igualmente legendario, no obstante, por una profunda convicción de que la mayoría de los problemas de la vida se pueden solucionar compartiendo una cerveza y hablando las cosas. Si tuviera que elegir entre la reconciliación y la recriminación, Dolan preferiría invariablemente la primera.

A pesar de las claras diferencias con la Casa Blanca, Dolan se reunió con Barack Obama tras bambalinas y dice que admira el comedimiento del presidente. Si bien los obispos tuvieron amargos choques con la asociación de hospitales católicos en Estados Unidos sobre la reforma del sistema sanitario, Dolan mantuvo abiertas las líneas de comunicación. Generalmente se opone a la prohibición del acceso la comunión a políticos católicos a favor del aborto, ya que prefiere cambiar corazones a golpear cabezas. Dice que apoya totalmente el diálogo y que, en principio, no hay persona alguna con la que no se reuniría.

Si prevalece la Ortodoxia afirmativa en el catolicismo, el arzobispo de Nueva York Timothy Dolan será, en gran parte, la razón principal. En sí mismo, esto hace que Dolan sea considerablemente más igual que la mayoría de los obispos de la actualidad.

John L. Allen Jr. es corresponsal sénior para el National Catholic Reporter. En octubre, Random House publicará su entrevista-libro con el arzobispo Timothy Dolan titulada A people of Hope (Un pueblo de esperanza).

Written by Rafael De la Piedra