Cinco armas infalibles para enfrentar y vencer al demonio
Cinco armas infalibles para enfrentar y vencer al demonio que enseña padre Gabrielle Amorth. En las diócesis de todo el mundo existe un explosivo incremento de peticiones de ayuda, que las personas realizan a la Iglesia en la certeza de estar siendo agredidos por el demonio.
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El pasado 11 de junio, entrevistado por diario Le Figaro, el sacerdote Emmanuel Coquet, Secretario General adjunto de la Conferencia Episcopal de Francia destacaba una realidad que comienza a ser evidente no sólo en su país, sino en las diócesis de todo el mundo.
Se trata del explosivo incremento de peticiones de ayuda, que las personas realizan a la Iglesia en la certeza de estar siendo agredidos por el demonio. En la última década, afirma Coquet, el número de exorcismos realizados se ha triplicado. Es en este contexto que Portaluz suele poner a disposición la enseñanza de expertos y testigos del tema, como el ya fallecido sacerdote y exorcista italiano, Gabrielle Amorth.
En su libro “Exorcistas y psiquiatras” este hombre de Dios recomienda cinco armas infalibles para enfrentar y vencer al demonio. Dice textualmente (páginas 139 a 143) padre Amorth:
1. Ante todo es necesario vivir en gracia y quitar todo lo que impida la gracia, por lo cual lo primero que hay que hacer es una buena confesión. Si uno vive un estado habitual de pecado, debe poner remedio a esta situación. Si uno tiene impedimentos a la gracia (el más frecuente viene de no perdonar de corazón), debe quitar este impedimento.
2. Vivir la Eucaristía, en la que llamo la atención a tres aspectos: la Misa, la comunión y la Adoración Eucarística. Debemos decir con claridad que estos cuatro medios ya enunciados y el siguiente, tienen mucha mayor fuerza que un exorcismo. La gente es normalmente perezosa, quiere que sean los demás los que actúen para liberarla de las desgracias; lo que más escasea, en la mayoría de los casos, es el compromiso personal.
3. La oración. Es lógico que estos medios se utilicen, no sucesivamente, sino según la naturaleza propia de cada uno; por lo que la oración debe de ser diaria, con fe y una cierta duración. Todas las oraciones son buenas, aun aquellas que uno inventa. Tienen especial y evidente eficacia las oraciones bíblicas (salmos y cánticos) y el Rosario, que tiene verdaderamente una fuerza increíble. Uno pude liberarse de los males maléficos y de la posesión misma con solo estos tres medios (vivir en gracia, eucaristía, oración), sin exorcismos. Es imposible liberarse con los exorcismos si no se recurre a estos medios. Hay que exceptuar el caso de una persona que quiere usarlos, pero está impedida por el demonio. Entonces es necesario ayudarle recurriendo a los dos medios finales…
4. Las oraciones de liberación. Estas tienen un doble efecto, por lo que a veces son más eficaces que los exorcismos: generalmente se hacen oraciones de sanación (de la enfermedad) y liberación (de la acción del demonio); por esto en los casos en que se necesita curar son más oportunas. Además es precisamente por una serie de oraciones de liberación -si se advierten reacciones y resultados-, por lo que se evidencia si se requieren o no los exorcismos. En general, si no hay reacciones a las oraciones de sanación, tampoco las habría a los exorcismos y es que no se trata de males maléficos, sino de males que se pueden sanar con medios médicos. Recuerdo además que en los llamados ‘casos menores’ pueden bastar estos medios para la liberación, reservando los exorcismos sólo a los casos más graves.
5. Los exorcismos. Es verdad que el exorcismo no mira sólo a echar fuera a los demonios, aunque es útil también contra la influencia del Maligno; por lo que se ha de usar en los casos de posesión, aunque también en los de influencia demoníaca, estas son afirmaciones expresadas claramente en el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1473). Pero también es verdad que, para proceder al exorcismo, es necesario estar ante un caso grave, con suficientes síntomas de tal magnitud que haga sospechar la presencia o la influencia maléfica; aunque después la certidumbre se desprenda del exorcismo mismo, que tiene igualmente un efecto diagnóstico; como resulta de las reacciones durante el exorcismo mismo, de los efectos que le siguen, de la evolución que se advierte después de una serie de exorcismos…¿Cuándo recurrir a un exorcista?
Cuando no hay explicaciones humanas de los males que afligen al paciente: cuando un camino de conversión, de oración, de una serie de plegarias de liberación no han obtenido el efecto deseado, pero sí han aparecido… crecientes reacciones que no explican naturalmente… Pero siempre, aun durante los exorcismos y ya obtenida la salud o liberación, la persona debe vivir plenamente la vida cristiana, ser fidelísima a su oración, a la Misa, a los sacramentos, a la instrucción religiosa. Si falta esto, todos los exorcistas hemos tenido experiencias de liberación provisionales o dolorosas recaídas.