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Cincuenta años sin Faustino Pérez-Manglano, el joven de 16 años camino de los altares

Su proceso de beatificación se abrió en 1986. Quería ser misionero y prometió interceder por las misiones cuando supo que iba a morir.

El Colegio Nuestra Señora del Pilar, de Valencia, ha conmemorado el 50 aniversario de la muerte a los 16 años de edad de su alumno en proceso de beatificación Faustino Pérez-Manglano, ocurrida el domingo 3 de marzo de 1963. Faustino fue declarado en 2011 venerable por la Iglesia.
Los religiosos marianistas que rigen el centro han ofrecido “un recuerdo especial” del joven en la eucaristía de hoy en la capilla del Colegio, en la que ha sido presentado en la homilía “como ejemplo de aplicación del Evangelio”, y también en el ofertorio sehan llevado al altar “libros sobre Faustino en diversas lenguas”, según ha indicado a la agencia AVAN el marianista José María Salaverri, biógrafo y profesor de Faustino.

Igualmente, con motivo de este 50 aniversario, la congregación puso en marcha el pasado 13 de febrero una página web (http://faustino.marianistas.org) en español, inglés, francés e italiano sobre Faustino, que ha recibido más de siete mil visitas de internautas de España, Estados Unidos, Francia e Italia, fundamentalmente, según los últimos datos facilitados por sus responsables.

Esta iniciativa, promovida desde la sede de la congregación en Roma, lleva por título “Hacia la Pascua con Faustino” y se dirige “especialmente a los jóvenes”. Cada día de Cuaresma se proponen “unas líneas del Evangelio del día, unas frases de Faustino relacionadas con el tema y una reflexión” del sacerdote José María Salaverri.

Otras acciones realizadas con motivo de este aniversario son charlas a los alumnos del colegio El Pilar, una carta escrita por Salaverri y dirigida a los padres disponible en la web del centro escolar y una nueva tirada del libro “Venerable Faustino. Era todo sonrisa”, publicado por el sacerdote valenciano hace unos meses.

Faustino Pérez-Manglano nació el 4 de agosto de 1946 en Valencia. En 1961 la enfermedad de Hodgkin (un linfoma maligno) “minó su salud, pero asumió su muerte con naturalidad después de dar un testimonio excepcional durante toda su vida”, recuerda Salaverri, quien define al joven como “un auténtico misionero”.

En efecto, desde 1960 sintió la llamada del Señor y su gran ideal fue consagrar su vida a la salvación de los hombres como religioso marianista. Sus escritos recogen su evolución y discernimiento vocacional, que quedó al final completamente claro: quería ser misionero. El 9 de febrero de 1963, un mes antes de morir, tras recibir la extremaunción hizo su consagración definitiva como congregante.

Faustino Pérez-Manglano.
«Es maravilloso pensar que voy a estar toda la vida al servicio de Jesús y de María», escribió: «Voy a ser un pescador de almas. Lo he pensado mucho y me gustaría ir, como religioso marianista, a Sudamérica, donde tanta falta hacen manos para salvar a las almas». Cuando le diagnosticaron la enfermedad y supo que iba a morir, prometió ocuparse desde el cielo de las vocaciones.

«Haz que ame a María como Tú la amas»
Alegre, simpático, entusiasta del deporte y del camping, su cuerpo menudo escondía el alma grande de un chico sencillo y amigo de todos, con una fidelidad a toda prueba y una voluntad de hierro para cumplir sus compromisos espirituales. Destaca, sobre todo, su intenso amor a la Virgen María: «Jesús, haz que ame a María, no sólo porque es pura, bella, buena, compasiva, Madre mía, sino porque es Madre tuya y Tú la amas infinitamente. Oh Jesús, hazme participar de tu amor a María. Haz que la ame como Tú», pedía.

De la pureza de su alma da idea esta frase: «Soy muy feliz. No sé lo que me pasa. Se siente algo por dentro de uno. Un amor tan enorme hacia Él, que me ha llevado siempre tan de la mano, que no me ha dejado caer, ni una sola vez, en pecado mortal. No sé lo que son los problemas. Gracias, Cristo, por darme este bienestar interior tan maravilloso. Te estoy muy agradecido».

Y asumió con entereza los sufrimientos que le provocaba su dolencia, con esa «eterna sonrisa» que destaca Salaverri y que cautivó a quienes le rodeaban con la certeza de su santidad: «Estoy dispuesto a recibir de Dios todos los pequeños sufrimientos que quiera mandarme. Son tan insignificantes y los recibo con tanto gusto que son felicidades».

Desde todo el mundo están llegando a la postulación de la causa testimonios de favores recibidos y, sobre todo, mensajes de agradecimiento de personas a quienes su ejemplo sobrenatural ha acompañado en la enfermedad.

Written by Rafael De la Piedra

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