El mesianismo norteamericano
Por: Ricardo Narvaez Tossi.
Desde hace varios meses no dejan de llegarnos noticias casi diarias sobre los destapes del espionaje norteamericano a distintos países y personas por todo el mundo, muchos de ellos aliados de los mismos EEUU, hechos por la National Security Agency (NSA). La indignación y el rechazo a estas maniobras, especialmente desde Europa y Brasil, está siendo muy fuerte.
La NSA tiene 21 áreas prioritarias de espionaje, que incluyen política exterior, comercio de armas, programas nucleares, seguridad alimentaria, ciberguerra y amenazas financieras, y por estas prioridades es que está tratando de justificar sus acciones, pues dice el gobierno norteamericano que lo hace para proteger al mundo y a sus aliados de una gran variedad de enemigos.
Esto no es nuevo. La paranoia de ver enemigos y complots por todos lados se convirtió durante casi todo el siglo XX en política de estado. La existencia del comunismo ruso y chino y sus países satélites llevaron a trazar una línea muy clara entre buenos y malos durante toda la guerra fría. Malos fueron todos los países y gobiernos de izquierda, a los que, si se podía, había que derrocar o por lo menos neutralizar.
América latina se convirtió en un campo de batalla donde los Estados Unidos buscaron intervenir en Nicaragua, Cuba, Perú, Chile, Bolivia y muchos otros países. Desde hace algunas décadas ya se incluyen a varios de los países musulmanes como los grandes enemigos del mundo.
Habría que precisar del porque los Estados Unidos actúan así, entendiendo sus raíces en el protestantismo calvinista. De hecho, no es la única razón, pero históricamente tiene mucho peso.
Para Juan Calvino, la personas estábamos predestinadas por Dios para ser redimidos y salvados desde el momento de nacer. No son las obras humanas colaborando con la gracia de Dios lo que nos salva, como creemos los católicos. Calvino afirmaba que Dios se manifiesta a los que ha escogido para su salvación a través del éxito que puedan tener en su vida. Las bendiciones recibidas en la familia, en la salud, en el trabajo, fundamentan la esperanza de la vida eterna y el recto camino escogido.
Dado que los Estados Unidos (desde la perspectiva norteamericana) es el país modélico para el mundo (su libertad, su poder, sus riquezas, su estilo de vida, su bienestar y otros), se asume que es el modelo que Dios quiere que se replique en todo el resto del mundo, con sus matices culturales. Es por eso que en buena parte se sienten obligados a intervenir en Afganistan, Cuba, Siria o cualquier lugar del mundo donde moralmente consideren que deben combatir el mal.
Estos enemigos en los últimos cien años (nazismo alemán, comunismo ruso, fanatismo musulmán, etc.) se han multiplicado y se ha globalizado, pues el mal (en muchos casos, inmensa presencia demoniaca, como lo manifestaba el presidente Ronald Reagan) debe ser combatido por los escogidos del Dios.
El auto declarado mesianismo norteamericano justifica buscar enemigos dentro y fuera de su país. Y de paso, espiar a la competencia en la lucha por el poder económico y político en todo el mundo, púes como decía el general Charles de Gaulle, “los países no tienen amigos sino intereses”.
