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El Vía Crucis más grande del mundo

Si sólo los testaferros ateos Richard Dawkins y Christopher Hitchens hubieran vivido en Roma, habríamos tenido diversión cuaresmal observando sus rabietas durante los siguientes cuarenta días. 
Ver a los romanos acudir a las calles para ver a Benedicto XVI dirigir las estaciones del Via Crucis en el Coliseo el Viernes Santo habría puesto sus pelos de punta, pero la vista de las estaciones organizadas a lo largo de la Vía de la Conciliación habría hecho explotar sus cabezas.

La Vía de la Conciliación – abierta por Benito Mussolini en 1929 para celebrar los Pactos de Letrán de ese mismo añ o, que vieron como Italia y la Santa Sede reconocían su soberanía mutua – es la calle principal que conduce a la Basílica de San Pedro. Todo el que ha visitado Roma recordará la vista impresionante que aparece al girar la esquina desde el río Tíber y ver la plaza, la basílica y la cúpula que se alzan con altanería al final de la calle.

Diseñada para destacar el espíritu de cooperación entre el Estado Italiano y la Santa Sede, la calle tiene la mezcla típica romana de lo sagrado y lo profano, desde el servicio a los peregrinos hasta la editorial Chaos especializada en las conspiraciones y escándalos vaticanos.

Pero esta semana, la gran avenida del Vaticano está tomando otro aspecto, el de Via Crucis. Catorce estaciones de tamaño real están situadas a lo largo de la amplia acera de la Vía de la Conciliación. Realizadas en bronce, us ando la misma técnica a la cera perdida de Brunelleschi y Donatello, comprenden 49 estatuas y 11 cruces y constituyen las estaciones de Via Crucis más grandes del mundo.

Los escultores, Pasquale Nava y Giuseppe Allamprese, , han estado trabajando en este proyecto desde 2002, usando en total 22.000 libras de bronce para las estatuas y las cruces. Las esculturas fueron concebidas y modeladas en el gran taller de la Domus Dei, propiedad de la Congregación de las Pías Discípulas del Divino Maestro, que produce arte y objetos litúrgicos para las iglesias.

El Via Crucis fue realizado para la ciudad de Coquimbo en Chile por la “Fundación Cruz del III Milenio”. Esta fundación se formó después de la visita de Juan Pablo II en 1987 para recoger los frutos de la visita papal. En 1998, la fundación empezó el proyecto consistente en la creación de una cruz de 280 pies d e altura sobre la ciudad, y estas majestuosas estaciones, después de su estancia cuaresmal en Roma, también adornarán las calles de Coquimbo.

Benedicto XVI bendijo la primera estación después de la audiencia general del pasado 1 de marzo. Pero la hermana Rosalía Rosetti, presidenta de Domus Dei, junto al Consejo de Administración, fue a pedir el permiso del alcalde de Roma, Gianni Alemanno, para exponer las obras en la Vía de la Conciliación, que está bajo la jurisdicción de la ciudad de Roma. Esta “bendición secular” no se hizo esperar y además carente de polémicas, de indignaciones ateas y de otras rabietas a las que estamos acostumbradas en el mundo anglófono.

Las estaciones fueron inauguradas el domingo, cuando el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basílica de San Pedro, ofreció una reflexión cuaresmal a las 11:30, antes del Ángelus del mediodía. El Via Crucis permanecerá allí toda la Cuaresma, hasta el 29 de abril.

Las estaciones están detenidas. Las figuras están dispuestas en grupos donde Cristo parece siempre más retraído y tranquilo que los personajes que lo rodean. Los soldados dan vueltas a su alrededor girándose para golpearlo; las mujeres visten de luto, las telas de la cruces se mueven violentamente en el aire, obligando a los transeúntes, cristianos o no, a ser testigos de la persecución y sufrimiento de Cristo.

Los detalles meticulosos y históricamente precisos dan vida a las escenas. La armadura romana está cuidadosa y correctamente detallada, las ropas y los accesorios son muy naturales, tanto que uno se siente transportado atrás en el tiempo a pesar del rugido de los motores de los coches que se oye por doquier.
La Vía de la Conciliación, ya dramática por propio derecho, se ha convertido en un teatro en el que se representan las últimas horas de Cristo.

Siguiendo el mismo camino, san Pedro caminó hacia el lugar de su martirio, las estatuas hacen a una meditar profundamente sobre el significado de este testimonio.

Hay otros Via Crucis en la ciudad. El más famoso está en la Basílica de la Santa Cruz donde se guardan las reliquias de la Pasión así como la Escalera Santa considerada la que Cristo subió para encontrarse con Poncio Pilatos.

En 1670, Bernini añadió otro con sus ángeles en el puente que va a Castelgandolfo, cada uno sostiene un elemento de la Pasión de Cristo. Este viaje a través del Evangelio, reliquias y arte que se extiende desde el extremo de la ciudad hasta la Basílica de san Pedro sirve de recuerdo a los peregrinos del alto precio de nuestra redención.

Incluso Dan Brown en su novela “Ángeles y Demonios” y su multitud de seguidores pueden interpretar la ciudad como un camino de “iluminación”a través de una ciencia atea, los romanos, desde el alcalde hasta los ciudadanos, sabemos que la ruta trazada a través de la Ciudad Eterna, desde las reliquias hasta las nuevas estaciones de la Vía de la Conciliación, iluminan el camino de la salvación.

Written by Rafael De la Piedra