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¿Tiene sentido tener fe hoy en día?
¿Dónde encontrar las respuestas a nuestras inquietudes más profundas?
¿Cuáles son las razones para creer?

La Navidad como plenitud de los tiempos Barcelona Natal Full view

La Navidad como plenitud de los tiempos

Les recomiendo este artículo de Ricardo Narvaez acerca de la navidad. Son reflexiones muy interesantes.

Por: Ricardo Narvaez Tossi

Cuando san Pablo escribió «Al llegar la plenitud de los tiempos, Dios mandó a su hijo, nacido de mujer…» (Ga 4,4), se refería a que en un momento preciso de la historia confluyeron diversas situaciones muy particulares, únicas e irrepetibles, que permitieron que un judío nacido en tierras pobres y sin protagonismos en el mundo antiguo, fuese quien cambiase la misma historia de los hombres.

Los griegos estaban esperando a un “dios desconocido” que respondiera a sus inquietudes mas profundas, inquietudes que sus dioses antropomórficos y llenos de defectos no podían saciar. Su búsqueda de la verdad en la filosofía se topaba con límites sobre el origen y la problemática humana, que la mitología buscaba pálidamente responder. Eran muchos los que caían en el estoicismo, que pregonaba una resignación conformista frente a la vida y el futuro.

Los romanos habían creado un imperio con una cosmovisión fundada en virtudes humanas, virtudes basadas en la hombría y en las tradiciones de sus antepasados. Con el correr de los siglos, la decadencia moral y social de este imperio los había llevado a tener constantes rebeliones y cambios políticos. Sus dioses sólo les pedían ritos y sacrificios, y no se podía convocar su auxilio para cambiar su realidad, cambios que ellos mismos no tenían claros.

Si a esto le añadimos que muchos hombres se entregaron a misteriosos cultos orientales, como el culto de la diosa egipcia Isis y la adoración del dios persa Mitras cuyo símbolo era el toro, cultos que prometían la resurrección y una vida de eterna felicidad, descubrimos que en los tiempos del nacimiento de Jesús, este mundo antiguo estaba en búsqueda de respuestas a sus inquietudes mas profundas.

La llegada de Jesús en tiempos de la Pax Romana permitió la difusión de la fe cristiana por todos los pueblos, fe que se podía difundir en un idioma común como era el latín. Estos elementos y otros, que confluyeron simultáneamente, permitieron la aceptación y la rápida difusión de la fe cristiana, situación que nunca más se volvería a repetir en la historia y que, según san Pablo, fue querida por Dios.

La Verdad revelada por Jesús no sólo respondía a la búsqueda de la verdad de muchos hombres, sino también a los grandes ideales de nobleza guerrera de los romanos. Los ideales de la santidad cristiana, como las virtudes del perdón al enemigo, la humildad, la mansedumbre, el considerar al esclavo como a un hermano en Cristo, etc., eran de una absoluta novedad y ponían como centro de la vida a la caridad. La esperanza cristiana en el reino de los cielos derrotaba el pesimismo y la resignación profundamente difundidos en las culturas antiguas.

Cuando vemos entonces un pesebre sencillo y humilde de Belén, vemos también a un mundo antiguo que no encontraba respuestas a la angustiosa pregunta por el sentido de la existencia y el fin último de la vida humana. Melchor, Gaspar y Baltasar venían del lejano oriente dejándose guiar dócilmente por Dios a través de una estrella para poder llevar luego a sus pueblos la Buena Nueva de Belén que ellos habían encontrado.

Son estas expectativas mesiánicas las que nos llevan a comprender como el pueblo griego acogió con prontitud el cristianismo. Los griegos eran los que habían buscado con más ahínco el conocimiento y la sabiduría a través de su filosofía y las cartas de san Pablo atestiguan cómo este pueblo acogió intensamente el cristianismo.

La adhesión total a la nueva fe por parte de los romanos cristianos, los llevó a entregarse al numeroso martirio antes de renunciar a lo que nos dice san Juan: “La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre cuando viene a este mundo” (Jn 1,9)

El papa Juan Pablo II al referirse a la Plenitud de los tiempos decía que “En cierto modo, al hacerse hombre, Dios ha entrado en nuestro tiempo y ha transformado nuestra historia en historia de salvación. Una historia que abarca todas las vicisitudes del mundo y de la humanidad, desde la creación hasta su final”

Esta irrupción de Dios en la historia humana conserva toda su absoluta novedad para cada hombre y para cada mujer, novedad que ha de descubrirse una y otra vez en el misterio de la Navidad. En los tiempos aciagos que estamos viviendo, tiempos de confusión y pérdida de sentido de la realidad y de la verdad, de relativismos y pensamientos débiles, creo que cabe hacerse la pregunta que hace muchos años se hacía el Cardenal Louis Pie: “Ya se ha ensayado todo ¿No será hora de ensayar la Verdad?”.

Written by Rafael De la Piedra

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