Nueva entrevista del Papa a Eugeni Scalfari, nueva manipulación, nuevo desmentido de Lombardi
Nuevamente sale una entrevista al Santo Padre que requiere una aclaración. Ciertamente es un tema delicado.
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«Ese 2% de los pedófilos son sacerdotes, e incluso obispos y cardenales». ¿Ponemos comillas o no las ponemos? Porque esta frase que Eugenio Scalfari atribuye al Papa en la entrevista publicada este domingo en La Repubblica tienen comillas de apertura, pero no de cierre. Así lo ha observado el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, en una nueva intervención necesaria para recordar que el coloquio entre el periodista agnóstico y Francisco «no es en absoluto una entrevista en el sentido habitual del término».
Y tanto. Por ejemplo, la afirmación entrecomillada del Papa que da título a la entrevista («como Jesús, utilizaré el bastón contra los sacerdotes pedófilos») no viene reproducida en el texto. La alusión al «bastón» en la entrevista es contextual: tras hablar de la severidad que usará Francisco contra la pedofilia, comenta Scalfari que Cristo expulsó del templo a los mercaderes. Y entonces el Papa dice: «Jesús amaba a todos, incluso a los pecadores a quienes quería redimir mediante el perdón y la misericodria, pero cuando usaba el bastón, lo empuñaba para sacudirle al demonio que se había apoderado de esa alma». El parecido con el titular… se deja a la imaginación del lector.
Igual que hace nueve meses
«Como ya sucedió antes en circunstancia análoga», dice el padre Lombardi en alusión a la polémica entrevista con los mismos protagonistas publicada en el mismo periódico el pasado 1 de octubre, «hay que señalar que lo que Scalfari atribuye al Papa, refiriendo entre comillas sus palabras, es fruto de su memoria de periodista experimentado, pero no de la transcripción precisa de una grabación, y mucho menos de una revisión por parte del interesado a quien se atribuyen las afirmaciones».
Tanto esa afirmación del Papa, como otra en la que señala que encontrará soluciones a la cuestión del celibato, «curiosamente se abren las comillas, pero luego no se cierran. Simplemente faltan las comillas de cierres… ¿Olvido o explícito reconocimiento de que se está haciendo una manipulación para lectores ingenuos?», sugiere sin tapujos Lombardi.
Diálogos con un no creyente
¿Qué es, entonces, lo que ha dicho el Papa y lo que no? Para ponernos en contexto, Scalfari afirma al principio que la entrevista tuvo lugar el 10 de julio, que es la tercera vez que se encuentra con Francisco, y que esos encuentros son a iniciativa papal: «Nuestros encuentros los ha querido el Papa Francisco porque, entre las muchas personas de toda condición social, de toda fe, de toda edad que encuentra en su apostolado cotidiano, deseaba también intercambiar ideas y sentimientos con un no creyente… El Papa considera que un coloquio con un no creyente así [que aprecia a Jesús sin reconocer su divinidad, afirma Scalfari] puede ser recíprocamente estimulante y por eso quiere continuarlo. Lo digo porque es él quien me lo ha dicho. El hecho de que yo sea periodista no le interesa en absoluto, podría ser ingeniero, maestro, obrero».
Los dos puntos de la polémica
Las dos afirmaciones del Papa que Lombardi cita expresamente (sobre el celibato y sobre la supuesta pedofilia de cardenales), son dos ejemplos entre otros, dice el portavoz vaticano, de «expresiones concretas que, en la formulación recogida, no pueden ser atribuidas con seguridad al Papa».
En una de ellas, Francisco, con comillas de apertura pero no de cierre, habría dicho: «Muchos de mis colaboradores que luchan conmigo me aseguran con datos fiables que valoran la pedofilia dentro de la Iglesia al nivel del 2%. Este dato debería tranquilizarme, pero debo decirle que no me tranquiliza en absoluto. Lo considero más bien gravísimo. Ese 2% de pedófilos son sacerdotes e incluso obispos y cardenales. Y otros, aún más numerosos, saben pero callan, castigan pero sin decirme el motivo. Encuentro insostenible este estado de cosas y es mi intención afrontarlo con la severidad que requiere. [Aquí, pero sin comillas de cierre, se supone que acaba la cita textual del Papa.]
En la otra, Francisco habría dicho: «Quizá usted no sabe que el celibato fue establecido en el siglo X, es decir, novecientos años después de la muerte de Nuestro Señor. La Iglesia católica oriental permite hasta ahora que sus presbíteros se casen. El problema ciertamente existe, pero no es de gran entidad. Hace falta tiempo, pero existen soluciones y las encontraré. [De nuevo, aquí termina la cita, pero sin comillas que permitan autentificarla.]
Pero Scalfari no siempre recurre a ese discutible recurso de no cerrar las comillas, dejando al lector en la incertidumbre. Aunque también en ese caso las palabras del Papa obedecen siempre al recuerdo y/o notas de Scalfari (no hay micrófonos, no hay revisión), he aquí algunas de las frases que Francisco habría dicho al antiguo director de La Repubblica.
Arrepentirse en el último momento
Cuando le pregunta si puede haber misericordia para quien se arrepiente en el último momento tras una vida de pecado, el Papa responde: «Es verdad, ésa es nuestra doctrina y es la vía que Cristo nos ha enseñado». Pero, repregunta Scalfari, ¿y si ese arrepentimiento es sólo interesado, ante el temor a lo que pueda esperarle al pecador? «Nosotros no juzgamos, es el Señor quien sabe y juzga. Su misericordia es infinita, pero nunca caerá en un engaño. Si el arrepentimiento no es auténtico, la misericordia no puede ejercer su papel de redención».
Lo que la familia debería ser… y no siempre es
Francisco lamenta durante la conversación que la familia no sea el lugar de educación que debería ser: «La familia debería ser el sagrario donde el niño y luego el muchacho y el adolescente son amorosamente educados en el bien, animados en un crecimiento estimulado para construir la propia personalidad y encontrarse con la de sus compañeros. Jugar juntos, estudiar juntos, conocer el mundo y la vida juntos. Esto, con sus compañeros. Pero con sus padres, que lo han traído al mundo o le han visto llegar al mundo, la relación es como la de cultivar una flor, un jardín de flores, protegiéndolo cuando hay mal tiempo, desinfectándolo de parásitos, contándoles las fábulas de la vida y, a medida que el tiempo pasa, su realidad».
Sin embargo, no siempre es así: «Las familias parecen haber desertado de la educación tal como nosotros la entendemos. Cada cual se dedica a sus intereses personales, a menudo para asegurar a la familia un nivel de vida soportable, a veces para perseguir el éxito personal, otras veces por amistades y amores alternativos. La educación como la principal tarea con los hijos parece haber huido de los hogares. Este fenómeno es una gravísima omisión».
La mafia
Una buena parte de la conversación se la lleva la lucha del Papa contra la delincuencia organizada como forma de vida y de organización social. Así, censura que la mayor parte de las esposas, madres o hermanas de mafiosos frecuentan la iglesia: «¿Piensan esas mujeres que Dios perdonará los horribles crímenes de sus parientes?».
Y lamenta asimismo la actitud de algunos sacerdotes, que «tienden a pasar por alto el fenómeno mafioso. Naturalmente condenan los delitos concretos, honran a las víctimas, ayudan como pueden a sus familias… pero la denuncia pública y constantes de las mafias es rara».
Recuerda el reciente caso de una procesión en Calabria, donde el paso se inclinó reverencialmente ante la casa de un mafioso local, con la indignación posterior del obispo de Oppido Mamertina-Palmi, Francesco Milito, quien ha decidido suspender todas las procesiones como reacción a la complacencia de la cofradía y el clero local. «Todo esto está cambiando y cambiará», afirma el Papa: «Nuestra denuncia de las mafias no se hará de vez en cuando, sino que será constante. Pedofilia, mafia: la Iglesia, el pueblo de Dios, los sacerdotes, las comunidades, tendrán entre otras tareas estas dos principalísimas cuestiones».