¿Qué dice hoy la Iglesia acerca del limbo?
Esta es una pregunta sumamente interesante ya que algunos años atrás la Comisión Teológica Internacional – que depende de la Congregación para la Doctrina de la Fe – se reunió entre diciembre de 2005 y en octubre de 2006 – para discutir y profundizar sobre el Limbo. Finalmente el texto fue redactado y aprobado en forma específica por la Comisión y fue sometido a su presidente, el Cardenal William J. Levada, el cual, una vez recibido el consenso del Santo Padre Benedicto XVI en la audiencia concedida el 19 de enero de 2007, autorizó su publicación.
En el documento – llamado- “La esperanza de salvación para los niños que mueren sin haber sido bautizados”, la Comisión concluye que “el destino de los niños que mueren sin haber recibido el bautismo es el Cielo”. El Secretario General de dicha Comisión – Padre Luis Ladaria – afirmó que “las razones fundamentales que han llevado a aclarar, desde el punto de vista teológico, que los niños que mueren sin haber sido bautizados van al Cielo están representadas, en primer lugar, por la misericordia infinita de Dios, que quiere que todos los hombres se salven”.
El sacerdote jesuita resaltó “la mediación única y universal de Cristo, que ha venido al mundo para salvar a todos los hombres”, sin olvidar que “Jesús mostró de forma especial su cercanía a los pequeños y su predilección por ellos”. Según Ladaria “todas estas razones llevan a la esperanza de la salvación de los niños que han muerto sin ser bautizados”.
Es interesante notar que el Catecismo de la Iglesia Católica, un excepcional compendio de la doctrina católica, cuando menciona la doctrina católica acerca del infierno, el Purgatorio y el Cielo, no mencione ni una sola palabra acerca del limbo. En cambio leemos en el número 1261: “En cuanto a los niños muertos sin bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven (cf. 1 Tm 2,4) y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: “Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis” (Mc 10,14), nos permiten confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin bautismo. Por esto es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo bautismo” (CEC 1261).
“En cuanto a los niños muertos sin bautismo, la Liturgia de la Iglesia nos invita a tener confianza en la misericordia divina y a orar por su salvación” (CEC 1283).
Hay una declaración muy interesante que, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien fue también el principal responsable de la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica, hizo durante una entrevista durante una entrevista con el periodista Vittorio Messori en 1984.
“El limbo no ha sido nunca definido como verdad de fe. Personalmente, hablando más que nunca como teólogo, y no como Prefecto de la Congregación, dejaría en suspenso este tema, que no ha sido nunca más que una hipótesis teológica. Se trataba de una tesis secundaria, al servicio de una verdad que es absolutamente primaria para la fe: la importancia del bautismo. Para decirlo con las palabras mismas de Jesús a Nicodemo: “En verdad, en verdad te digo, si alguien no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,5).
Puede abandonarse el concepto de “limbo”, si parece necesario (por lo demás, los mismos teólogos que lo mantenían afirmaban al mismo tiempo que los padres podían evitarlo para sus hijos con el deseo de su bautismo y con la oración); pero que por mas no se renuncie a la preocupación subyacente. El bautismo nunca ha sido para la fe algo meramente accesorio, y ni ahora ni nunca podrá ser considerado como tal”. (J. Ratzinger – V. Messori, Informe sobre la Fe, Biblioteca de Autores Católicos. Madrid 1985; p. 163).
Les coloco unas de las conclusiones del documento mencionado al inicio de este post:
“La conclusión del estudio es que hay razones teológicas y litúrgicas para motivar la esperanza de que los niños muertos sin Bautismo puedan ser salvados e introducidos en la felicidad eterna, aunque no haya una enseñanza explícita de la Revelación sobre este problema. Ninguna de las consideraciones que el texto propone para motivar una nueva aproximación a la cuestión puede ser utilizada para negar la necesidad del bautismo ni para retrasar su administración. Más bien hay razones para esperar que Dios salvará a estos niños ya que no se ha podido hacer por ellos lo que se hubiera deseado hacer, es decir, bautizarlos en la fe de la Iglesia e insertarlos visiblemente en el Cuerpo de Cristo”.
Les recomiendo la lectura del Documento: LA ESPERANZA DE SALVACIÓN PARA LOS NIÑOS QUE MUEREN SIN BAUTISMO