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Debemos ser obedientes, más aún en nuestros tiempos

Por: Ricardo Narvaez Tossi

Uno de los temas “polémicos” de nuestros tiempos, es la disyuntiva entre la libertad de la persona y la obediencia. Después de la segunda guerra mundial, y por el decepción que significó para muchos el conflicto entre las grandes ideologías del siglo XX, que llevó a la destrucción y la muerte de millones de personas, la rebeldía ante las culturas de su época, fue haciéndose cada vez mas fuerte. El hipismo con su rebeldía de drogas, música rock y pelo largo, rechazaba a la generación de sus padres. La revuelta de Paris de 1968 rechazaba a su vez a la organización política y social de su tiempo. Hemos visto cómo en los últimos cuarenta años se ha ido incrementando un ambiente de hartazgo a todo aquello que se considera tradicional, prejuicioso, tabú  o simplemente de generaciones anteriores.

Estos rechazos se traducen en el incremento y aliento a la desobediencia casi en términos absolutos. Las enseñanzas y valores trasmitidos en la familia no son aceptados: la moral sexual es rechazada (y se reparten preservativos en los colegios) y el matrimonio es cosa del pasado (hay que convivir y divorciarse cuando se desee). Los padres perciben que su influencia sobre sus hijos es cada vez mas débil, pues ellos cada vez mas van considerando como único parámetro de decisión su libertad individual (la mayoría de las veces sin que perciban las manipulaciones a las que están siendo sometidos desde las culturas de moda).

Este rechazo se lleva a las instituciones de la sociedad: las leyes sólo se acatan para evitar problemas, pero hay que buscar cambiarlas para que cada uno haga lo que quiera y sin referentes éticos (la aprobación legal del uso de drogas, el aborto, el divorcio). No se confía ni se cree en los partidos políticos (son poquísimos los jóvenes que se adhieren a uno de ellos por convicción de ayudar a la sociedad). La enseñanza se va reduciendo a lo que se considera científico y técnico, y la formación humanística en colegios y universidades se le ve como una pérdida de tiempo y dinero.

Se rechaza a la Iglesia y las enseñanzas del magisterio. Se les dice a los jóvenes que los sacerdotes están totalmente divorciados de la realidad y que promueven un moralismo casi antihumano, generando escrúpulos de conciencia donde debería haber libertad plena para vivir según lo que se ocurra a cada uno.

Esta desobediencia y rechazo a todo lo que provenga fuera del propio ámbito de la individualidad, se constata también dentro de la iglesia, cuando se relativiza la vida sacramental, cuando se cuestiona las enseñanzas y verdades de la fe, incluso desde muchos sacerdotes u obispos.
La obediencia ya suena a claudicación de la libertad de la persona, a renuncia a ser uno mismo para dejarse moldear y manipular por otro.

La obediencia como camino de una auténtica libertad, cada vez menos la entienden. Creo que hay que recuperar uno de los fundamentos mas importantes para la realización de cada hombre. Jesús, obediente al Padre hasta la cruz, y que nos enseña a ser obedientes con su ejemplo y con el rezo del Padre Nuestro, debe ser quien nos ilumine para entender que el camino de auténtica felicidad está en el encuentro de la Verdad, y para llegar a ella, se necesita ser obediente, pues así nos vamos haciendo mas plenos como personas y como cristianos.

Written by Rafael De la Piedra

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