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No seremos los mismos   734783 Full view

No seremos los mismos  

Tenía muchas ideas para comenzar a escribir sobre este tiempo, pero la verdad no sé cómo hacerlo. Han pasado tantas cosas, he escuchado y leído tanto estos días…pero hay una frase que realmente me ha impresionado mucho: “la humanidad no será la misma”, es decir ya no seremos los mismos. Y la verdad es que yo quisiera que seamos los mismos, pero para sacar lo mejor que hay dentro de nosotros.

Esta cuarentena forzada me ha hecho pensar mucho. Lo primero que me evoca son en los cuarenta años que el pueblo de Israel tuvo que caminar por el desierto rumbo a la tierra prometida. Y la verdad es que no todos estaban ni acuerdo y mucho menos contentos en hacerlo. Muchos no entendían por qué tenían que pasar hambre y sed. Muchos se aburrían, se cansaban y hasta recordaban con nostalgia lo bien que – supuestamente – habían vivido en Egipto. Es por ello abjuraron de su Dios y construyeron un becerro de oro con las escasas piezas de oro que llevaban consigo. Pensaron que Dios – que los había liberado de la esclavitud que vivían en Egipto y que los había ayudado a pasar por el Mar Rojo – se había olvidado de ellos. Para ellos no fue fácil caminar años y años por tierras desérticas y áridas. Y es que ya no podían ser los mismos. El pueblo escogido no la tuvo fácil; así como nosotros, no la tenemos fácil.

Nadie podía predecir lo que estamos viviendo ahora. Solamente las películas catastróficas como Epidemia[1] o Bill Gates hace cinco años[2]. Hace pocos meses nos creíamos amos y señores del universo y ahora no somos dueños ni del tiempo ni del espacio. Un pequeño virus de apenas 20 a 160 nanómetros[3] de diámetro ha logrado algo completamente inaudito: poner el jaque al mundo entero. Y entonces comenzamos a darnos cuenta de muchas cosas. Creo que la principal es descubrir lo que leemos en el Salmo 89: “que mi vida es corta… y… ¿quién vivirá sin ver la muerte?”[4].

Yo personalmente no creo en esas interpretaciones apocalípticas de lo que estamos viviendo, pero sí creo que Dios habla fuerte y la forma más fuerte de hablar es a través de su silencio.  Es que así siempre ha actuado y es así cómo mueve los corazones. Suavemente como una brisa del campo va haciendo que nos despojemos de todo aquello que no tiene valor. Nos va purificando como hizo con su pueblo amado por el desierto. ¿Dios ha mandado el Corona Virus? No…sería un absurdo equiparar al Dios de las misericordias eternas con Zeus que desde el Olimpo disfrutaba mandando pesares y calamidades a toda la humanidad. ¿Es que todavía no hemos aprendido…?

Dios es un Padre que nos quiere y ama tanto que nos sostiene en nuestras desgracias e imperceptiblemente va obrando su milagro más portentoso: llevarnos de la muerte a la vida por la fuerza del amor. Lo leemos en la carta de San Juan:  “nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos”[5].  ¿Y no es esto lo que estamos viviendo?

Ahora vemos cómo personas que nunca se hablaban se llaman para preguntarles si están bien, familias enteras que se reúnen virtualmente para hablar tonterías, amigos lejanos que se hacen próximos. Pero también vamos descubriendo a los héroes anónimos que siempre nos han rodeado. Aquellos que madrugan todos los días para limpiar nuestras calles y ciudades; médicos y enfermeras que no tienen reparo de exponerse por cuidar a los débiles y a los enfermos; hombres y mujeres uniformados que no duermen por cuidarnos todos los días; voluntarios que suben los más escarbados cerros para llevar una bolsa de alimento a las familias más vulnerables. Cómo no aplaudir, cantar, bailar y rezar en las noches desde nuestros balcones para agradecerles. ¡Cómo no maravillarnos ante los milagros que estamos viendo cada día, a cada instante! Las cosas no serán las mismas porque nosotros no seremos los mismos.

Para mí una de las más grandes lecciones que me está dando este tiempo de cuarentena es el descubrir aquello que estaba al frente mío y no me daba cuenta. Que es bello el vivir y tener familia y amigos. Que es bello saludar al otro y que es fascinante saber perder el tiempo. Que es una aventura inaudita hacerse amigo de alguien que nunca has estrechado la mano. Que te das cuenta que extrañas un montón el poder dar y recibir un abrazo. Que te gustaría besar en la frente a todos tus amigos.  Que te mueres de ganas por perder toda una tarde tomando cerveza con alguien. Que quieres ver de nuevo a la señora que vende golosinas en la esquina y preguntarle si está bien.

Un amigo peruano – de aquellos que no he podido dar la mano todavía – que vive en Turín me preguntó si yo he estado orando mucho. Y de verdad, me llamó la atención su pregunta porque yo creía que mi amigo que es antropólogo, no era muy creyente. Yo le dije he estado orando con mucha intensidad. Y le dije “¿Y sabes quién me ha enseñado a orar?” “¿Quién?”, me preguntó… “Fue el dolor”.  Me dijo: “Cuando puedas enciende una vela por mí. Hoy hago una oración por ti, estimado amigo.”

El mundo está cambiando porque nosotros estamos cambiando. Los momentos de crisis son oportunidades únicas en la vida para ver cómo se transparenta lo mejor – y lamentablemente – lo peor de lo que está dentro de nosotros.  La humanidad no será la misma porque nosotros no seremos los mismos.

Rafael Guillermo de la Piedra Seminario.

[1] Outbreak (titulada Epidemia en Hispanoamérica y Estallido en España) es una película estadounidense de 1995 dirigida y producida por Wolfgang Petersen y basada en la novela del mismo nombre de Robin Cook. Protagonizada por Dustin Hoffman, Rene Russo y Morgan Freeman. Ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Outbreak

[2] https://www.youtube.com/watch?v=6Af6b_wyiwI

[3] El nanómetro es la unidad de longitud del Sistema Internacional de Unidades que equivale a una mil millonésima parte de un metro o la millonésima parte de un milímetro.

[4] Salmo 89,48.

[5] 1Jn 3,14

Written by Rafael De la Piedra